31 mayo 2011

Des - bloqueo: mi cumpleaños

El domingo cumplí 32 años. Y, desde entonces he intentado escribir un post sobre este día y nada me sale. Estoy bloqueada. Ya era hora que algo así me pasará, 6 meses escribiendo, en promedio una vez por semana, sin bloqueos, es mucho decir. Les pasa a todos, hasta a los más expertos, como no habría de pasarme a mí. Entonces, decidí hacer un ensayo de "des-bloqueo". Lo recomendado es, simplemente, sentarse a escribir a ver que sale. En principio el tema es mi cumpleaños. Pero no sé, no logro articular mis ideas alrededor de "mi" acontecimiento. Tal vez porque este fue un cumpleaños extraño. Feliz pero raro. Si.... raro, diferente, particular. No solo por una, sino por varias razones. Aquí les va la 1era...

Se supone que tu cumpleaños es un día en el que no haces más que disfrutar: esperas a que te llamen, te feliciten, te atiendan; tu única obligación es estar hermosa, sonreír, agradecer y abrir los regalos. No es que no lo haya pasado rico o no lo haya disfrutado, sino más bien que me levanté con ganas de limpiar, ordenar, lavar ropa, hacer oficio... en fin... no tengo idea por qué, pero mi mañana de cumpleaños transcurrió entre la lavadora, la aspiradora, el limpia-vidrios y los pañales de Sara. Era casi medio día y yo, ni me había bañado, ni había recibido todas las felicitaciones esperadas: una que otra llamada, algunos mensajes por chat, varias felicitaciones por twitter. Eso me lleva a la 2da razón: no recibí todas las felicitaciones ni llamadas que esperaba, o más bien, que usualmente recibo en mi cumpleaños. Y esto no es ni bueno ni malo, simplemente me quede con ganas de oír o ver a muchos que siempre me visitan y, a otros tantos, que me llamaban. Sé que eso no significa nada, o por lo menos nada grave, sólo que seguro tenían cosas que hacer o que, tal vez, tenían la mente puesta en otros asuntos.

Llego el medio día y finalmente me arregle. Sin embargo, tengo que confesar (y esta es mi 3er razón) que sin ningún esmero especial, como en mis anteriores cumpleaños. Simplemente, mi cabeza estaba en otras cosas. Me preocupaba más la pañalera de Sara, que la camisa que me iba a poner. Mi cabeza divagaba entre los pañitos, los pañales, la cremita, la muda de emergencia, la chaqueta, la manta...en fin...todo el universo de cosas que necesito llevar cuando salgo con Sara. Divague tanto en esas cosas, que mi atuendo quedo de último en mi extensa lista de to do´s.  Eso si, almorcé delicioso. Una "constante" en mi cumpleaños. Por fin, me quite el antojo de sushi que tenía desde hace 19 meses, y la tarde transcurrió en medio de un solazo, con más llamadas, más mensajes y en compañía de la familia. 

La 4ta razón para denominar a éste, mi cumpleaños sui géneris, es la torta, o más bien, el pudín (como se dice en mi tierra). Me moría por un pudín de chocolate. Si, de chocolate. Lo escribo y, ni así me lo creo. Los que me conocen saben que prefiero SIEMPRE cualquier sabor a chocolate. Pero esta vez no fue así.... no sé, se me antojó un pudín con mucho chocolate, y eso sí, acompañado de una bola de helado de vainilla. Comimos chocolate hasta el hastío y, por primera vez desde hace mucho tiempo, no hubo coro ni "cumpleaños feliz", ni una sola foto (esta es la 5ta y última razón). Creo que lo de la foto si me entristece un poco. Soñaba con poner en este post una foto de mi cumpleaños de hace un año, embarazada de Sara, y otra, de este cumpleaños, con mi bebe en los brazos. Pero no sé que me pasó, o si sé... se me pasó. Estaba tan a gusto hablando "paja", que no me acorde de las fotos. Mi 1er cumpleaños de mamá y ni una foto para la posteridad  :( 

En fin, creo que después de ser mamá muchas cosas cambian, entre esas, la manera de celebrar, de ver y sentir tu cumpleaños. Los cambios siempre nos cuestan un poco, sin embargo eso no quiere decir que no se disfrute y se ame cada uno de los detalles que nos traen las nuevas circunstancias de nuestra vida. Gracias a todos los que hicieron parte de este día. Gracias, por un muy feliz y novedoso cumpleaños :)

PD: me encantaron mis regalos por eso quiero dar los créditos con nombres propios:
Gracias a la familia Urbina Pugliese por el set de cosmetiqueras, hermosamente útiles!! Ya las estoy usando.
MaríaMo, Nico y Manu: la bufanda floreada esta divina!! Hoy me le estrené!
Rena, Mabe y Stefano, el pudín de chocolate de Bakers fue lo mejor de la tarde. Nunca había disfrutado una torta de chocolate tanto.
Macu, la pijama es una delicia, es fresca cuando hace calor, pero abriga muy bien cuando hace frío.
Mimorcito, aunque tu regalo aún no llega quiero darte de todo corazón las gracias por mi nuevo Mac Book Pro!!! Muero por estrenarlo!!
Ahhh.. y por último, mil gracias a @MariaLuisa_G, OR_2, @Misspamylicious @Pitutri, @dianibenjumea, @MissAnaC, @rosmarygr, @Faithsunflower, @danielajara, @LaMamadeNico y a Nico, @AngelaChildHope, @MaoAlvarez, @wordsrunningout, @radiopos, @andromedaleader, @Mama_c_corriente, @Mousikh, @madrescabreadas, @miriamtirado, @AniarizaP, Amo_ser_Mama, @modomama, @gabbybv, @palex21, @Oli_Yerovi, @CACUN, @paosantarriaga y a @tamaraporque, sus mensajes durante todo el día fueron muy especiales.

24 mayo 2011

Felices 6 meses

El domingo pasado este blog, mi blog cumplió 6 meses. Me parece increíble que ya haya pasado tanto tiempo. Me parece increíble que ésta sea la entrada número 44. Recuerdo claramente que mientras escribía la 1era pensaba: ¿de qué voy a escribir en este blog?, ¿qué podré decir que sea tan interesante para que me lean? Y ya ven, los días fueron pasando y las ideas fueron llegando. Todo se ha dado de manera tan espontanea y natural, que a veces pienso que nací para esto. Para comunicarme. Para contarle a otros, lo que siento, lo que me pasa, lo que sucede en mi vida de mamá. 

A veces me sorprendo preguntándome, ¿Cómo no lo comencé a hacer antes?, aunque conozco de antemano la respuesta. Reconozco que me daba un poco de pánico escénico ser "una mamá pública y una que publica", como me denominó un muy buen amigo. Pero gracias a @Kashuery un día decidí hacer lo que siempre hago cuando siento miedo: dar la cara, no pensarlo tanto, actuar y enfrentarlo. Y comencé a escribir, y el pánico duró unas pocas horas y desapareció. Ahora, disfruto pensando en cada entrada. Divago en los temas, saboreo y reescribo cada palabra. Elijo en detalle, cada imagen, cada foto. Ahora, realmente lo disfruto. Sin lugar a dudas, todo llega a su debido tiempo. Simplemente antes, no lo necesitaba. Ahora, me es indispensable.

Después de estos meses, solo puedo decir cosas lindas de mi experiencia como mamá bloguera. De hecho, tengo una larga lista de cosas positivas que mencionar acerca de este ejercicio que me ha liberado de muchos temores, que me ha confrontado con mis dudas y mis errores, que me concientizado de lo enriquecedor y duro que puede llegar a ser la maternidad, que me ha reencontrado con una de mis pasiones y conmigo misma. 

Yo, soplando la vela de mis 2 años
Hoy, después de 44 entradas, 364 comentarios, 1.928 visitantes, 7.861 páginas vistas, y una tribu virtual de muchas mamás amigas, solo tengo un montón agradecimiento para Alejo y para todos los que me han apoyado de una u otra manera, con sus palabras de aliento, sus consejos, sus comentarios o simplemente leyendo con atención cada una de las entradas. 

Hoy puedo decir con orgullo: 
Felices 6 meses a "La mamá de Sara".




18 mayo 2011

Que tendrá tu blog!!!



Bren de Amo ser mamá, me ha otorgado este premio. Mil gracias Bren, no sólo por el premio, sino por ser mi amiga virtual y parte importante de la red de madres que construimos día a día en twitter. 

Y para recibir el premio oficialmente debo responder estás 7 preguntas y luego pasarlo a 7 blogs más. Acá van las preguntas:

  1. Tics y gestos ajenos que me sacan de quicioRta/ mmm haber...realmente no soy muy quisquillosa que digamos ...creo que me molesta cuando la gente no se queda quieta y mueve la pierna incesantemente...me desespera!
  2. ¿Cuál era tu mote (apodo) en el colegio?, ¿cuál es el apodo más cruel que has puesto? Rta/ pues la verdad nunca he tenido apodo, ni siquiera en el colegio. A lo sumo me dicen Zary. Y el apodo más cruel que he puesto es "cabeza de quiosco" a una compañera del colegio que tenía el pelo igual a el techo de un quiosco: amarillo, flechudo y quemado. Pobre amiga mía...jejeje.. que crueles eramos cuando estabas en el colegio.
  3. ¿Cuándo eras pequeña que querías ser de mayor? Rta/ arqueóloga o antropóloga... me mataban esos temas.. quería ser una Indiana Jones.
  4. Palabrota de cabecera. Rta/ es super costeña ( yo soy de la costa caribe colombiana) es "Nojoda".
  5. Prenda de ropa/modelito absurdo que posees/has poseído y que no te pondrías ni muerta. Rta/ una camisa corte campesino blanca que tuve cuando estaba como en 10mo en el colegio. Ni muerta me la volvería a poner.. ahhh y los mini vestidos de colores fluorescentes tampoco.
  6. ¿ Qué te toca las pelota de tu pareja por mucho que la quieras? Rta/ que nunca me pone atención cuando estoy enferma, que se sienta en la palabra y no deja hablar, y que siempre tiene la razón...
  7. ¿Cuál es el regalo más cutre que te han hecho o has hecho? Rta/ Que me han hecho un inciensero de porcelana horrible que me regalo una tía cuando me casé ( y además se puso bravísima porque, obviamente nunca lo puse en la casa); y que yo haya regalado...haber, déjame pensar...una raclette horrible que me regalaron y yo regalé a otra persona.. lo siento por ella, no era muy bonita ni elegante que digamos..;(

Ahora, los 7 blogs que recomiendo y a los que les otorgo este premio son:

Felicidades a todas!!!

15 mayo 2011

El parto que decidí tener

Esta es una historia que tengo pendiente de escribir desde diciembre del año pasado. Esta es la historia de cómo tuve el parto que decidí tener, por la información que tenía, por lo que hasta ese momento sabía, por lo que en ese periodo de mi vida de corazón quería. Esta es la historia de cómo  la princesa de ojos gigantes y pelo acaramelado llegó una madrugada a nuestras vidas, y las cambio para siempre.

Tuve un embarazo bastante normal y, creo que gracias a eso, me lo pude disfrutar mucho. Tengo que reconocer que se me hizo eterno. Esos 9 meses, transcurrieron a paso de tortuga y yo, sinceramente, conté todos y cada uno de los días. Creo que desde siempre le tuve miedo al parto. Y como no, toda la información que recibimos al respecto desde que somos niñas junto con las historias que oímos a medida que crecemos, solo nos asustan. Sin embargo, cuando quede embarazada de Sara comencé a leer mucho y el conocimiento de los detalles de ese momento, el saber con claridad que podía sentir y como iba a reaccionar mi cuerpo fueron suficientes para que gran parte del temor desapareciera. Más o menos a los 5 meses me inscribí en 2 cursos psicoprofilacticos. Los disfruté mucho. En los dos apoyaban la lactancia materna exclusiva y el parto natural, claro que con epidural. En ese momento pensaba: "Yo soy perfectamente capaz de hacer esto, pero si además me ayudan con anestesia, esto es pan comido". Reconozco que aunque leí mucho del embarazo y el parto, ignore de manera inconsciente (aunque ahora creo que, más bien, bastante consciente) todo lo relacionado con la anestesia. Me refiero a los contra de la anestesia, a los efectos secundarios para el bebé, a lo que, al estar anestesiada, me perdería. A lo mejor lo leí pero creo que no me pareció realmente importante, ni grave. Había hablado con amigas y familiares que habían tenido partos con epidural y a todas les pareció la maravilla y me la recomendaron. Decidí que eso era lo que yo quería: un parto natural, en la habitación, con mi mamá y con la opción de que me administraran la epidural.

Llegue a la semana 37 el 20 de julio de 2010. Para mí esa era la fecha más anhelada: mi bebe podía nacer en cualquier momento y yo estaba preparada. Tuve revisión con el médico el viernes de esa semana y ya tenía 2 centímetros de dilatación. El médico se asustó un poco y me dijo que él creía que Sara podía nacer el fin de semana. Yo tenía todo listo: maleta, papeles, etc. Pasó el fin de semana y nada. Mi mamá llegó para acompañarme ese lunes. Fuimos juntas al médico para que me revisara nuevamente. Ese mismo día me hice un monitoreo y, según eso, tenía bastantes contracciones aunque irregulares. Todo seguía igual. El médico vaticinó nuevamente que seguro de esta semana no pasaba. Programamos volver a vernos el miércoles.  Llegó el miércoles y sólo tenía un centímetro más de dilatación. Me angustiaba un poco que pasaran los días y que nada sucediera, sobretodo porque mi mamá solo se podía quedar acompañándome 2 semanas. El viernes repetí el monitoreo y volví donde el médico. Al parecer había avanzado un poco más pero no mucho y, según el monitoreo, estaba en trabajo de parto. Hoy, después de todas las historias que he leído, estoy segura de que era una falsa alarma. Las contracciones eran espaciadas, regulares pero totalmente indoloras. El médico me dijo que caminara mucho pero que me fuera para la casa. Si sentía algún cambió le avisaría de inmediato. Salí con mi mamá de la consulta y me dedique a caminar. Creo que ese día camine tal vez 6 o 7 kilómetros. De hecho regrese a casa caminando. Almorzamos y me acosté a dormir. Recuerdo esa siesta muy bien. Dormí profunda y plácidamente, como hacía meses no lo podía hacer. De hecho, dormí casi 3 horas, y me levanté con una pequeña molestia. Era evidente que eran contracciones: el abdomen se endurecía mucho, pero nada me dolía. Le pedí a mi mamá que me tomará el tiempo entre las contracciones y la duración de las mismas. Comenzamos con contracciones de 10 segundos cada 10 minutos y en menos de 1 hora y media, las contracciones duraban 40 segundos y eran cada 5 minutos. Mi mamá se puso muy nerviosa y me dijo que llamará al médico. Cuando me disponía a hacerlo sonó mi celular y era él. Le conté lo que me pasaba y me dijo que me fuera para la clínica. Llame a mi esposo y le conté. El me dijo que en 20 minutos venía por mí. Me tome mi tiempo. Me bañe, me cambie y me arregle. Estaba realmente feliz e estaba increíblemente tranquila. Había llegado la hora de conocer a Sara. A las 6:30 de la tarde salimos para la clínica.

Cuando llegamos me revisaron en urgencias y todo igual: 4 centímetros, contracciones seguidas y regulares. La ginecóloga de turno hablo con mi médico y entre los 3 decidimos que lo mejor era quedarme internada de una vez. Nos pareció evidente que estaba en trabajo de parto y no valía la pena regresarme a la casa para tenerme de vuelta a media noche o en la madrugada. Me internaron. Reconozco que yo confiaba a ojo cerrado en mi médico y en el equipo de la clínica. Por eso, simplemente deje que me “atendieran”. Me contaron por encimita lo que iban a hacer, pero realmente nunca me consultaron. En ese momento no sabía que me debían consultar. No sabía que me podía negar. No sabía que podía determinar muchas más cosas de mi parto. Me canalizaron una vena y me pusieron pitocín (oxitocina). De un momento a otro las contracciones comenzaron a ser mucho más seguidas y, según el monitor, fuertes. Yo seguía sin sentir nada. Una o dos horas después llegó mi médico y me revisó. A mi nada me dolía. Miento, lo único que me dolía eran los tactos de mi médico. Me di cuenta que regaño a el médico de turno y creo que fue porque él nunca ordenó el pitosín. Le bajaron al mínimo al goteo. Me preguntaron por la epidural y dije que si la quería pero cuando las contracciones fueran más fuertes. Me advirtieron que desde el momento en que la solicitará, viniera el médico a ponerla y me hiciera efecto, podía pasar más de una hora. Dije que no me importaba que yo la quería únicamente cuando comenzara a sentir dolor.

Estaba tranquila pero ya bastante cansada. Me acompañaban mi mamá, mi esposo, mi suegra, mi cuñada y su esposo. Todos estaban bastante emocionados. Charlaban, se tomaban fotos y yo, cansada e impaciente, esperaba. A eso de las 11 de la noche, comencé a sentir un cólico fuerte en la parte baja de la barriga. No era un dolor insoportable pero a esas alturas yo estaba bastante desesperada. Pedí la epidural. Como a la media hora llego el anestesiólogo. Sacaron a todos de la habitación y me quedé sola con el médico y la enfermera. Me pusieron en posición fetal, me limpiaron con un líquido helado y comencé a temblar. El médico insistía en que me quedara quieta pero yo, no lo lograba. Hice todo mi esfuerzo y me la pusieron. Eso me dolió 10 veces más que los tactos. Me puse la bata de nuevo con cuidado y entraron mi mamá y mi esposo. Los demás ya se habían ido. A los 20 minutos, comencé a sentir que no sentía ningún dolor. No sentía el cólico, no sentía el dolor de espalda y pelvis que me acompañaba desde los 6 meses. Podía mover las piernas pero estaban como acalambradas. Aún las sentía, pero no sentía ningún dolor. Me relajé muchísimo y me dormí, creo que una o dos horas. Me sentó perfecto ese tiempo de descanso.

Como a las dos de la mañana me hicieron tacto nuevamente. No sentí el tacto y ya tenía 7 de dilatación. Mi médico, sin consultarme, me rompió la bolsa para acelerar el proceso. En ese momento me pareció que estaba bien. En menos de una hora ya estaba en nueve de dilatación y mi médico dió la orden de preparar la habitación. De un momento a otro la cama pasó a ser prácticamente una silla con estribos y todo lo cubrieron con telas azules. La enfermera traía un montón de cosas. Mi esposo y mi mamá se vistieron con batas azulitas, gorros y tapabocas. Más o menos a las 3:30, cuando todo estaba listo, el médico me revisó nuevamente y me dijo: “puja cuando quieras.  Si quieres te avisamos y en la próxima contracción comienzas a pujar”. Yo sólo pensé: “ya voy a pujar, ya va a nacer, llegó nuestro momento”. Y así fue. Sentía una presión muy bajita. De hecho sentí y vi como mi barriga se iba desinflando a medida que mi bebé bajaba por el canal de parto. Después de pujar en 3 oportunidades, me concentre en las gafas del médico y vi como la cabeza de Sara se asomaba. En medio de ese pujo el médico me dijo, de repente, que dejará de pujar. Me fije en el reflejo de sus gafas y vi que la cabeza ya había salido. El hombro derecho también. Contuve la respiración y, salió el otro hombro. En menos de lo que siempre me había imaginado, nació mi princesa Sara. Mire el reloj de la habitación y eran las 4:05 de la mañana. De inmediato, el médico la puso sobre mi barriga. Era toda calientita. No lloraba, gemía un poco y se chupaba desesperadamente sus manos. La sentí, pero no la pude ver bien. A todos se nos escurrían las lágrimas. Mi esposo sonreía y tomaba fotos. Mi mamá estaba asombrada. A mí me parecía estar viendo una película. Después de unos instantes, la revisaron en una camita al lado, la limpiaron y la vistieron con la ropita que le habíamos llevado. El médico me felicito y me dijo que lo había hecho muy bien. Me sentí muy feliz, pero más que feliz, capaz y poderosa. Pensé: "todo salió como lo había planeado". Sara continuaba en la camita de al lado. Mi mamá y mi esposo la acompañaban mientras terminaban de revisarla. Yo no le quitaba los ojos de encima.



Me rasgué un poco, nada de consideración y el médico me cogió creo que 2 o 3 puntos. Al rato salió la placenta. Me la mostraron. Me pareció maravilloso poder ver en vivo y en directo el órgano que nos unía y nos conectaba íntimamente desde hacía 9 meses. Recogieron todo muy rápido y, en unos pocos minutos Sara estaba en mis brazos, succionando con fuerza sus primeras gotas de calostro. En ese momento si la pude ver con detenimiento. Me pareció hermosa. Fue amor a primera vista. La revisé. Su nariz estaba bastante torcida y su ojo izquierdo un poco morado. Creo que se maltrato un poco al salir. Su cabeza era suave y redondita. Me sentí muy feliz y al instante siguiente, agotada. De repente, todo el cansancio de casi 24 horas sin dormir, de caminar 6 kilómetros, de esperar, se manifestó sin compasión. Mi mamá se quedó conmigo lo que restaba de la madrugada. Ya eran casi las 5. 

10 mayo 2011

Padres hiperexigentes, niños infelices

No hay duda que vivimos en una sociedad en extremo exigente y competitiva. Y, a veces para bien pero normalmente para mal, la maternidad y/o paternidad no escapa de esta situación. Desde que los niños nacen, muchos padres sentimos la obligación social de hacer todo lo posible para tener un hijo sobresaliente, que se destaque entre los demás, ya sea por su belleza, inteligencia, dotes artísticas, habilidades musicales o deportivas. Por eso no es extraño ver programas donde se evidencia como los padres someten a sus hijos a este tipo de presión. Donde prácticamente los obligan a someterse a rutinas extenuantes todo en aras del "triunfo temprano y el éxito", en el desarrollo de una carrera. En definitiva, tener un niño "regular" o "estándar", no está de moda y, por el contrario, parece ser sinónimo de que nuestro hijo, muy probablemente, va a ser poco exitoso en un futuro y de que los padres no estamos haciendo lo suficiente para dotarlos de herramientas útiles para la vida adulta. Sin duda, la infancia de hoy en día está bajo mucha presión.


Conozco muchos padres que en su afán por tener el hijo sobresaliente, entran (e introducen a su pequeño) en la vorágine de la estimulación temprana, de los dvd´s de Baby Einstein, de las clases privadas de pintura, del curso de piano, de las lecciones de natación. De un día para otro, la agenda de estos niños (y de muchos bebés) está más apretada que la del presidente de la república, y sus padres perfectamente convencidos de estar haciendo lo adecuado, de estar trabajando por su futuro, de estarlos preparando para ser felices y exitosos. Sin duda y sin malas intenciones (por supuesto), muchos padres someten a sus hijos a una presión que normalmente no desean  ni soportan, convirtiendo sus gustos y pasiones en una carrera por el éxito, por el éxito como padres a través de sus logros. Y, en mi opinión, ahí es cuando muchas cosas comienzan a andar mal. Los altos estándares de nuestra sociedad y la cultura del perfeccionismo que promueve nos permean, afectándonos, afectando a nuestros hijos, afectados la familia y la sociedad entera.

Entonces, ¿qué debemos hacer?, ¿por qué nos cuesta respetar sus tiempos, sus ciclos, sus gustos y dejarlos ser ellos?, ¿por qué es tan difícil entender que nuestros hijos necesitan cosas simples pero valiosas:  mirada, respeto, soporte y comprensión?, ¿por qué nos falta confianza para seguir nuestros instintos, dejando que el mercado manipule nuestros miedos y culpas?, ¿por qué simplemente no dejamos que nuestros niños sean niños, sean lo que quieran ser?...todas estas cuestiones rondan en mi cabeza y no me pueden conducir nada más que a la reflexión

No sé cómo ni cuándo, pero al parecer nos hemos convertido en una sociedad de padres inseguros e hiperexigente y, lo que es peor, de niños infelices. Este pensamiento me ha rondado todo el día después de ver una entrevista en tv del escritor canadiense Carl Honoré, en la que presentaba su libro "Bajo Presión. Cómo educar a nuestros hijos en un mundo hiperexigente". Sus palabras realmente me han calado y me han hecho pensar que los padres, en nuestro afán por darle lo mejor a nuestros hijos, nos hemos convertido en una espacie altamente manipulable, a merced de demasiados intereses oscuros. Este afán desmedido, nos impulsa al control y a la competitividad y, sin querer queriendo, terminamos "secuestrado la infancia de nuestros hijos", sometiéndolos a demasiada presión, y desconociendo sus gustos, necesidades y propios ritmos. 

Si analizamos con detenimiento, desde que los niños nacen, los padres y la sociedad no desean más que controlarlos: horarios para la teta, formulas para que duerman cuando queremos, para que hagan lo que queremos, para que sean exitosos en los que los padres desean. Me atrevería a decir que existe todo un protocolo de cómo tratarlos y qué hacer para tenerlos bajo nuestro control. Protocolo que lentamente mutila su espíritu y los hace muy infelices. Por supuesto, esto no es una apología a ser unos padres desinteresados, dejando a nuestros hijos con la rienda suelta. Es más bien, una invitación personal a pensar sobre la maternidad y paternidad, sobre el bienestar de nuestros pequeños, para que enfoquemos nuestros esfuerzos, no tanto en controlarles la vida sino en ser padres equilibrados y respetuosos, que confían en sus instintos y que escuchan a sus hijos. Una invitación a tener más sentido común y reflexionar más a la hora de criar a nuestros hijos. Ahora, me daré a la tarea de leer el libro de Honoré, que por las reseñas que he visto parece ser digno de recomendar. Espero más adelante contarles que tal me ha parecido.

05 mayo 2011

Madres que dan a otras madres

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Las madres nos necesitamos unas a otras. Esa es una verdad de apuño que uno solo entiende cuando se convierte en una de ellas. Tal vez, lo más difícil de la maternidad es la soledad que la acompaña. Cuando nos convertimos en mamás necesitamos compañía, respaldo; necesitamos compartir y hablar, necesitamos empatía, necesitamos a otras mamás. Pero, después de 9 meses de espera un día nace nuestro bebé y nos enfrentamos a la soledad. Una soledad muy particular y extraña. Que no se parece a la soledad que como ser humano puedes haber sentido antes. Es un estado particular y extraño, que aún no puedo ni describir bien, pero que es totalmente real para mi y para la mayoría de las mamás en occidente. La soledad de la maternidad es un estado contemporáneo, realmente reciente. Un estado del que no padecieron nuestras abuelas, ni bisabuelas, y que nosotras no padeceríamos si contáramos con una red de apoyo, si tuviéramos una red de madres, como las que ellas tenían. 

Entonces, cuando me convertí en madre y me encontré cara a cara con esta soledad, comencé a buscar. Y en esa búsqueda obsesiva me he topado con mi red. No es la red tradicional. De hecho, no es una red presencial (no me he visto cara a cara con ninguno de sus integrantes), aunque si muy útil y real. Es mi red virtual, o mi tribu virtual, como me gusta llamarla. Por eso cuando vi la invitación de Vivian de Nace una mamá para reivindicar la solidaridad madre a madre, a través de un carnaval de blogs, solo pude pensar que esta era la ocasión perfecta para agradecer a todas las madres que día a día, por medio de la red, me escuchan, me hablan, me leen, me comentan, comparten mis angustias y mis tristezas, sonríen con las gracias de mi pequeña, entienden cuando mi corazón se estruja, comparten mis experiencias, me enseñan, me suben el ánimo o simplemente están ahí, de manera amorosa y desinteresada para compartir sus vidas y al mismo tiempo acompañar, soportar y sostener a esta madre primeriza. Todas ustedes son la red que yo añoraba y las encontré en el momento preciso. Creo que, muchos días, sin ustedes al otro lado del computador, habría estado perdida. Por esto y por muchas cosas más, solo les puedo decir gracias. Gracias por estar ahí, gracias por permitirme pertenecer, gracias por crear este #tribuclub que nos orienta, gracias por escuchar, gracias por no juzgar, gracias por la generosidad, gracias por acompañarme y salvarme de vivir sola mi maternidad. Gracias a ustedes he podido comprobar por mi misma que, como dice Vivian, "Las madres no estamos solas. Nos tenemos unas a otras".


Feliz mes de la madre para todas ustedes mis virtuales y reales amigas.

PD: espero verlas cara a cara algún día no muy lejano, para darles un merecido y fortísimo abrazo.


04 mayo 2011

9 meses

Sara acaba de cumplir 9 meses. El tiempo avanza y mi bebé crece. Con el paso de los meses y a medida que se vuelve toda una personita, nuestra conexión aumenta. Es un vínculo único que, cada día, se hace mucho más fuerte. Sin duda, tiene una personalidad muy activa. Literalmente brinca y salta todo el día. Ahora que gatea, hace "solitos" y camina agarrada de las paredes, casi no quiere que la tenga en brazos. Para estar cerca de mí prefiere que me tire al piso con ella, que la bese, que la abrace, que le juegue pero a su altura, desde su perspectiva. Estoy segura que muy pronto, el día menos pensado, va arrancar a caminar. 

Su diversión predilecta: jalarme el pelo. Afortunadamente ya encontramos quien me reemplace en esta tarea tan dolorosa (véase la fotografía adjunta). Su comprensión del mundo se hace más evidente. Reconoce a las personas que ve frecuentemente, y se alegra mucho al verlas. Aprende todo lo que su papá se empeña en enseñarle, y grita, (como buena costeña), grita mucho todo el día. Me atrevería a decir que ya sabe decir "nene" y "mamá", aunque no estoy segura aún de que comprenda del todo su significado. Disfruto mucho nuestras conversaciones en su jeringonza, que transcurren entre muchos "tata -tata-tata", y también algunos "nana-naaaaa".

Gracias a la muñeca de pelo fluorescente, mi ingreso al club de los calvos está aplazado.
He notado que ahora disfruta mucho más los paseos en el carro. Mira por la ventana con detenimiento descubriendo los ruidos y colores de la calle. Además, ama ver otros niños, sobretodo más grandes que ella. Estalla de júbilo y trata de hablarles, de tocarlos, de relacionarse. Al parecer, no tendremos problemas de socialización, aunque nunca se sabe. En lo único que estaba un poco quedada era en los dientes, pero esta semana nos dimos cuenta que se le está asomando un poquito el 1ero, en la encía inferior. Qué bien!!! (si tenemos en cuenta que yo casi llego al año totalmente mueca). Pelo, ya tiene mucho, aunque no tanto como yo quisiera. Muero porque esa incipiente melena pelirroja crezca mucho para estrenar todos los moñitos y ganchitos que esperar pacientes en el cajón de su armario. Aunque sospecho que, cuando ese momento llegue, ella no va a estar igual de emocionada.

Los días pasan y mi princesa Sara ya tiene 9 meses, pesa un poco más de 9 kilos y mide 76 cm. El tiempo pasa y Sara crece y crece.
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