30 diciembre 2015

12 palabras para el 2015

Mañana se acaba el año, así que es hora de hacer recuentos y de volver a escribir. Es el momento de contar un poco cómo viví este ciclo que ya casi termina, cómo estos 365 días me han tocado, cómo he crecido, sentido, cambiado; qué tipo de huella he dejado en los que me rodean, en los que amo. 

Parece fácil pero ha pasado tanto este año que los pensamientos y sentimiento se agolpan y las palabras se quedan cortas. Entonces recuerdo que ser breve y conciso suele ser una manera acertada (en muchas ocasiones) de hacer cierres, para recordar, sonreír, recapitular y comenzar el año que viene enfocada y llena de agradecimiento. Así que he decidido contarles mi año en una palabra. Mejor dicho en 12 palabras, una por cada mes del año, una palabra que trate de recopilar lo vivido, lo aprendido, pero principalmente lo sentido durante cada mes. Porque para mi este fue un año de sentir, de sentir más que cualquier otra cosa. Un año para detenerme más, para observar, pensar y sentir. 

Con este preámbulo, estas son mis 12 palabras  (e imágenes) del 2015:

Enero - Esperanza

Febrero - Esfuerzo

Marzo - Nostalgia

Abril - Magia

Mayo - Orgullo

Junio - Frustración

Julio - Agradecimiento

Agosto - Movimiento

Septiembre - Incertidumbre

Octubre - Apertura

Noviembre - Disfrute

Diciembre - Entrega

¿Cuáles son tus 12 palabras del 2015? 

PD: Feliz año a todos y gracias por seguir acá pendientes de "La mamá de Sara". Nos vemos en enero con un regalito que seguro les va a encantar y que les va a durar 6 meses. 

27 noviembre 2015

Todo llega


Vivimos en un mundo cortoplacista donde las cosas tienen que ser ya y ahora. Y, gracias a esa cultura de la inmediatez, muchas veces pensamos que todo vale con tal de conseguir nuestros objetivos. No queremos pagar el precio, no queremos ninguna espera. Se nos olvida que si trabajamos con amor y disciplina en lo que queremos, tarde o temprano, todo llega.


Yo lo he vivido en muchos sentidos. Soy impaciente por naturaleza y hace unos años, recién parida, me montaba en la báscula, veía mis 16 kilos de más y pensaba: “voy a hacer la dieta más estricta del mundo porque en 3 meses tengo que entrar en mis jeans talla 8 otra vez”. Estaba obsesionada con adelgazar. Pensaba que si comía 1.000 calorías y hacia 2 horas de ejercicio al día, todos los días, sería, en uno o dos meses, una esbelta mamá de revista.


Me da risa ahora, pero en ese momento estaba convencida. Tanto lo estaba que intente todas esas fórmulas extremas, sin ningún éxito, por supuesto. Se me olvidaba que esos 16 kilos los acumule durante 12 meses, que engordar es más fácil que adelgazar, que ya no tengo 15, que estaba amamantando, que las dietas exageradas no son lo más recomendable. En fin, el tema era mucho más complejo y con montones de variables.  Por fortuna, al poco tiempo recapacité y me relajé.


Entonces decidí comenzar a vivir para mi maternidad con mi nueva figura, y no para ser flaca otra vez. Me enfoque en lo que me hacía feliz, en mi hija, en mi familia, en mi blog, en mi nueva vida. Claro, sin dejar de trabajar en mi objetivo pero sin desesperarme, comiendo mejor, yendo al gimnasio una hora larga, cada vez que podía. Y solo cuando me tranquilice y me enfoque en lo realmente importante, poco a poco los kilos de más comenzaron a desaparecer.


Esta mañana mientras me vestía y pensaba: “¿en qué momento adelgace?”, entendí que si hacemos las cosas como corresponde, todo llega: la talla de tu pantalón, el hombre que esperas, el hijo que deseas, el trabajo que añoras, el tiempo que anhelas, la vida que sueñas. Todo llega si nos enfocamos, sin ansiedad, y trabajamos un poco todo los días por ello.


Hoy, me acuerdo de esos primeros meses, llena de frustración porque no bajaba ni una libra, desesperada porque nada me quedaba y veo, claramente, lo equivocada que estaba pensando que, en ese momento de mi vida, iba a encontrar la felicidad en la talla de mi pantalón y no en el tamaño de mi corazón, en todo lo que mi mente y mi alma necesitaban recibir y entregar.


Me miro a mi misma, y a pesar de esta pequeña victoria siento que tengo mucho aún que trabajar al respecto. Miro a mi alrededor y veo un montón de mujeres igual que yo, dejando de vivir su vida por cuestiones similares, porque quieren resultados ya y ahora sin pagar el precio, sin hacer el trabajo, sin en enfocarse en lo importante, pensando que parte de la felicidad está en llenar las expectativas físicas e intelectuales que los demás tienen de nosotras.

Por eso necesito recordar, permanentemente, que el control de mi vida lo tengo yo y que la solución de aquello que no me gusta (mi peso, mi casa, mi trabajo, mi vida) está en mis manos, y que si le dedico el tiempo, la constancia y el esfuerzo requerido, las cosas cambian y todo, absolutamente todo lo que queremos, llega.


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10 septiembre 2015

Envejecer


Ayer de repente me descubrí de pie, frente al espejo, observando como en mis ojos comienza a notarse que ya no tengo 25. Si, se me nota. Yo lo noto y, supongo, que los demás también. La verdad es que los años llegan y no podemos hacer nada para detenerlos. Sin embargo, solo caemos en cuenta de esta realidad cuando, de un día para otro, observamos con sorpresa que tenemos unas cuantas líneas debajo del párpado o que cuando reímos, se nos marcan muchas más cosas que nuestra sonrisa encantadora.

Recuerdo la 1era vez que le vi una arruga a mi mamá. Yo debería tener unos 11 o 12 años, y un día observando su rostro caí en cuenta que ya no se veía tan fresco y lozano como siempre, que no se veía como el que conocía de toda la vida, que no se veía como el mío. Simplemente ahora era diferente. Tenía unas pequeñas arrugas alrededor de los ojos que la hacían ver mayor, igual de hermosa, pero mayor. Creo que mi mamá tenía, más o menos 32 años. La misma edad que tengo yo ahora. Ese día con 12 años entendí que mi mamá no era una niña, que estaba envejeciendo, que se estaba pareciendo mucho más a las mamás de mis amigas, que físicamente no sería la misma siempre, que llegaría el día que envejecería.

Hoy, racionalmente, he caído en cuenta que yo estoy recorriendo el mismo camino. Que todos lo estamos haciendo. Puede parecer obvio, pero hasta ahora lo siento así. Y aunque envejecer nunca me ha preocupado demasiado, ya que estoy segura que las mujeres (y los hombres también) podemos ser hermosos y encantadores sin importar la edad, ayer sentí por primera vez, que el tema era conmigo.

Antes hablaba de este asunto desde la seguridad y la distancia de la juventud. Ahora, cuando transcurro por mis 30s, creo que me llego la hora de saber que se siente ver realmente los años reflejados en tu rostro y en tu figura. No es que me sienta vieja, ni mucho menos anciana. De hecho me sorprende la capacidad que tengo de hacer mil cosas, de aprender, de reinventarme. Pero el hecho es que ya deje de ser una mujer joven y estoy en el tránsito de ser una mujer madura. Me leyeron: Una mujer madura. ¡Eso son palabras mayores! 

Y si, estoy sorprendida, sin miedo ni preocupación pero sorprendida y con la pensadera alborotada. Por eso, esta mañana, mientras detallaba otra vez mis incipientes líneas de expresión, comencé a pensar en mi, en mi vida, en mi sueños cumplidos y por cumplir, en mi hija, en los demás hijos que quisiera tener, en el e-book que tengo a medias y no he terminado de escribir, en mis proyectos, en la ciudades del mundo que me falta conocer, en mis padres, en mi abuela que ya no está, en mi relación de pareja, en mi futuro... ¡ahh! claro, y también en donde conseguiré una crema antiarrugas mucho más efectiva que me ayude a dilatar un poco lo inevitable. Por fortuna, este camino hacia la madurez toma su tiempo y aún me quedan unos añitos más para digerirlo y acostumbrarme a ello.

Este post fue publicado en "De mujer a mujer" en abril de 2012. Aplicaba hace 3 años, y también aplica hoy perfectamente.

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04 agosto 2015

#Los5DeSara


¡Llegaron los 5 años! El mundo dio varias vueltas al sol y casi sin darnos cuenta nos encontramos celebrando que hace 1.825 días Sara nos escogió como sus padres. Celebrar su vida, nuestra vida con ella, es de las cosas que más disfruto. Su cumpleaños es mi cumpleaños también. Y lo vivo a su manera, llena de emoción, sonrisas, felicidad y libertad. Con el corazón hinchado de orgullo y agradecimiento. 

Mi hija es una niña increíblemente auténtica, llena de una energía poderosa y una voluntad imparable. De ella he aprendido las más importantes lecciones y recibido los mejores regalos. Me ha hecho la mujer que soy hoy, de a poco, con cada abrazo, con cada lagrima, con cada gesto. Me ha llevado de la mano por la agridulce senda de la maternidad, dándole sentido a cada segundo de mis días. Así que hoy solo puedo decir que ser su mamá me hace una mejor mujer, una más reflexiva, humilde y feliz. Y que estoy inmensamente agradecida y maravillada, por que nada me hubiera podido anticipar lo que sería tenerla como parte de mi vida. 

Te amo Sara. 
Te amo así tal cual eres. 
Te amo ahora y siempre.  
Felices 5 y que sean muchísimos años más. 



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17 julio 2015

No estás


Pasan los días y la vida sigue sin ti.
Todos siguen sin ti.
Yo vivo sin ti.
No hay remedio y es difícil.
Es realmente difícil.

Se siente inmenso no tenerte.
Querer sentirte aquí, ahora, y saber que no estarás.
Recordar el sonido de tu voz y tratar de no perderte del todo.
Escuchar una canción y esperar despertar del sueño de tu ausencia.

El tiempo no cura nada.
En estos casos el tiempo no sana.
El tiempo lo hace todo más difícil.
Su pasó nos confirma lo irremediable, la soledad, el vacío, la necesidad, la tristeza, la perdida.

Yo te recuerdo a diario y Sara te nombra, a diario.
Me sorprendo reviviendo tu sonrisa, tus abrazos, tus ganas de llenarnos de atenciones.
Y Sara parece que leyera mi mente.
Te menciona, se entristece conmigo, me consuela, inventa historias con las 3.
Historias que pudieron ser realidad.
Y no estás.

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07 julio 2015

Los 5 años


Se acercan los 5 años. En pocas semana cumplimos 5 años de existir como una familia de tres. Lo pienso y no puedo dejar de sentir nostalgia y de sonreír. Estos han sido años maravillosos, duros y maravillosos. Ser mamá fue una metamorfosis para mi. Sara fue una explosión que no tenía como anticipar. Me cambio de repente y sin anestesia. Me hizo más consciente, más fuerte, más vulnerable,  poderosamente distinta, una mejor mujer, una persona más feliz. 

Estos han sido los mejores años de mi vida. Nunca había sentido tanto, aprendido tanto, cambiado tanto, reído tanto, sufrido tanto, entregado tanto, amado tanto. Sara me ha regalado 5 años de intensidad pura. De sueños cumplidos, de esperanzas, de magia, de energía, de aprendizajes. De amar profundamente y entregar sin medida. 

Así que no puedo más que estar agradecida. Feliz y agradecida por Sara y por esta familia de tres que cada vez me gusta más. Por eso celebremos desde ya. Celebremos a mi pequeña. Celebremos la maternidad. Celebremos lo maravillosa que es la vida. 

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31 mayo 2015

Reacción en cadena


Sara y yo vamos al parque juntas una tarde cualquiera. Ella, confiada, me asegura que puede pasar el pasamanos sin mi ayuda y de una sola vez. Yo, de inmediato, recuerdo que el pasamanos era mi tormento en el colegio. Que nunca, nunca, nunca pude pasarlo. Recuerdo el dolor en las manos, los brazos que no me daban más, la caída irremediable a la mitad, la vergüenza, el miedo.

Le pregunto a Sara: "Hija ¿estás segura?" y ella, parece leer con su mirada mis sentimientos, mi miedo, mi duda. Yo dudo y ella también duda. Y sólo segundos después, ya no parece tan resuelta y comienza a mirar el pasamanos como un desafío. Yo la afecto, mi experiencia de hace 25 años la afecta hoy. Y decide mejor jugar a otra cosa. Se baja del pasamanos. Ni siquiera lo intenta.

Yo quedo muda. Mi cabeza sólo se pregunta: ¿qué diablos pasó aquí?, ¿qué es esta trasferencia de sentimientos, de inseguridad, así, prácticamente de la nada?, ¿cómo de repente abandona su reto favorito en el parque con una actitud difícil de reconocer en ella?

Y pienso en la inseguridad y en su efecto contagioso que encadena temores, nervios, dolores, a través del tiempo y de la generaciones. Pienso en la confianza que necesitamos todos para atrevernos, para dar un pasó más, para arriesgarnos y seguir adelante. Pienso en cómo buscamos seguridad en las personas que queremos y admiramos; y en cómo a todos nos pasa muchas veces igual que a las dos en el parque cuando sentimos que los demás dudan de nosotros y nos niegan un merecido voto de confianza.

Pienso en la reacción en cadena de los sentimientos y en que nuestros hijos merecen que los contagiemos, principalmente de confianza, de seguridad, de ganas, de alegría, de energía, de arrojo, de poder, de humildad, de amor. El mundo y nuestros hijos no merecen menos.

Entonces, otra tarde cualquiera volvemos al parque. Y Sara, ante el pasamanos me mira y yo sólo sonrío. Sonrío tranquila, olvidándome de mi, de mis miedos, dejando que ella viva su experiencia sin tener nada que ver con la mía, confiando en que lo logrará y en qué si no lo logra, igual puede volver a intentarlo 1.000 veces más. Segura de que ella sabe lo que hace, que es fuerte, que tiene lo que se necesita. Que está en control de si misma. Me suelto y ella, sabia, me sonríe de vuelta y se lanza. Reacción en cadena. Maravillosa reacción en cadena de  libertad, confianza y amor.

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20 mayo 2015

Mucho tiempo


Mucho tiempo sin escribir. Mucho.
Los días pasan y me pregunto por qué las palabras se agolpan en mi cabeza y se atoran justo en la punta de mis dedos.
Ser todo lo que somos, se vuelve una tarea compleja.
Ser todo lo que queremos ser, es arduo y exigente.
Y en medio, el tiempo pasa.
Y, casi sin darme cuenta, mi hija está a punto de cumplir 5 y de terminar su primer año de colegio.
Fui tía por segunda vez.
Compramos apartamento. Y hace poco, algunos muebles nuevos.
Nos fuimos de vacaciones, pasamos felices y volvimos.
Entendí Scrum y ya casi soy Scrum Master.
Di una conferencia en mi alma máter.
Publiqué varias docenas de fotos en redes sociales.
Deje la práctica de yoga (sólo un mes) y la retomé, con más entusiasmo que antes.
Me pinté el pelo no una, ni dos, sino varias veces.
Me enganché con Bloodline y la terminé en tiempo récord.
Vi con Sara todas las películas infantiles de la cartelera de cine.
Aprendí a dibujar a Bob Esponja y a su parranda de amigos submarinos.
Tuve tardes enteras de conversaciones, juegos y baile con mi hija.
También varias noches de llanto y muchos despertares llenos de risas.
Hicimos galletas y también cocinamos salmón al horno para las dos.
Extrañé a mi abuela casi a diario. Y la lloré varias, muchas veces.
Descubrí que tengo que cuidar más la intensión detrás de mis palabras.
Y que el sol de mi tierra, me hace casi tanta falta como estar cerca de mi gente, de mis hermanos y de mis padres.
Trabaje en licitaciones, campañas, estrategias y sufrí... pero también me divertí un montón.
Me di cuenta que estaba dejando de sonreír. Y traté de sonreír aún sin motivos.
Quemé un montón de calorías en el gimnasio y mejoré, por mucho, mi tiempo en los 10k.
Intenté comer menos, sin sal y sin azúcar... y fracasé.
Aprendí, aprendí un montón de cosas.
Intenté amarme más, amar más, amar mi ahora. Y sigo en el intento.
Pero, tal vez lo que más hice fue añorar escribir.
Escribir como antes, como si no hubiera fin, sin importar el cansancio, la felicidad o la tristeza. Escribir y escribir sin excusas.
Porque este espacio también soy yo.
Porque escribir y poner mi alma aquí para mi, para mi hija y para ustedes me define.
Por eso hoy escogí volver, sin importar que estoy muerta de sueño, que aún debo leer un par de briefs, que no está listo el uniforme y la lonchera, o que mañana me levanto a las 4:00 de la mañana.
Escogí dejar de añorar, escribir y no rendirme.
Porque me gusta, porque soy yo y porque, simplemente, no quiero que vuelva a pasar mucho tiempo.

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10 marzo 2015

Todavía me pasa


Te extraño.
Me pasa que todavía te extraño mucho.
No es más que un lunes cualquiera, pero aún no me acostumbro
y te extraño hija mía.

El tiempo que estamos juntas parece que no nos basta.
Los fines de semana son un bálsamo, pero llega la semana y nos pesa tanto tiempo la una sin la otra.
No nos conformamos.
¿Cómo conformarnos?

A diario me sorprendo pensándote.
Haciéndome preguntas que no debería hacerme.
Queriendo saber si tu también me estás pensando.
Si en el mismo instante en el que en medio de una reunión me pierdo en tus recuerdos, tu también estás queriendo abrazarme.

Todavía me pasa que me duele separarme de ti.
Todavía nos pasa que la separación es un momento terrible.
El tiempo no mata ni atenúa el vacío que siento cuando estamos lejos.
Intuyo que tu también sientes lo mismo.
Lo intuyo y lo confirmo en tu mirada, en tus abrazos,
en tu: "mamá, pero es que yo quiero estar contigo".

Todavía me pasa que extraño tu olor en el transcurso del día.
Y me pregunto que estarás comiendo y cuántos amigos estarás haciendo.
Y muero por recogerte del colegio cada día,
y que camino a casa me hables en italiano y me cuentes todo lo que has aprendido.

Todavía me pasa que siento miedo.
Que te extraño mucho y que temo que se abra una brecha.
Que de pronto, en un momento que no pueda identificar,
tanto tiempo separadas nos gane la partida.
Y todo entre nosotras cambie para siempre.

Todavía me pasa que siento un inmenso vacío cuando tengo que dejarte.
Y el vacío dura todo el día.
Y a veces no pasa, incluso cuando te vuelvo a ver.
Porque todavía siento que es nuestro momento.
No quiero que deje de ser nuestro momento.
No quiero que este vínculo único que nos une se diluya con el tiempo.

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28 febrero 2015

Sin temor de la verdad


No me acuerdo cuando fue que aprendí a mentir. Lo que si recuerdo es que de pequeña mentía de manera automática, en respuesta al miedo que sentía al verme descubierta y confrontada. Después entendí que necesitaba mantener mi personaje de niña-buena-correcta-perfecta, así que aunque sabía racionalmente que lo "correcto" era decir la verdad, me daba pavor las consecuencias y mentía. De adulta, aprendí a decir la verdad, a identificar ese impulso de cubrirme con una historia que no es cierta, enfrentando, asumiendo las responsabilidades que me toca, liberándome del peso y trabajo que implica mentir. Considero que en este tema estoy del otro lado, así el miedo y la tentación de "huir" del mal momento aparezcan en algunos momentos.

Tal vez por eso me maravilla observar que mi hija aún no miente. Una y otra vez la cuestiono cuando encuentro una pared "intervenida", o cuando toma alguno de mis collares o cuando acaba de tajo con el champú nuevo en la tina y, siempre siempre, sin importar mi reacción, me dice la verdad. Mi hija no tiene temor de decir la verdad. Ella, sin pensarlo reconoce la autoría de sus hechos, y la mayoría de las veces trata de redimir su travesura con besos y sonrisas, hablando libre y sin temor con la verdad. La entendería si me mintiera. Yo sé lo que se siente: conozco bien ese susto que nos lleva a no decir la verdad. Sin embargo, ella parece no conocer ese miedo. Decir la verdad es tan natural para Sara que me maravillo al verla diciendo sin filtro las cosas tal cual pasaron, sacando conclusiones acertadas de las situaciones, dando explicaciones, poniéndose en evidencia sin el menor sentimiento de angustia o temor. Asumiendo y reparando la travesura cometida. 

Muchos pensarían que tal desparpajo es casi un reto o una falta de respeto. Pero no, yo no lo veo así. Para mi es sinceridad y confianza en su estado más puro. Y me parece maravilloso que así sea. Su tranquilidad al decirme la verdad es la prueba más clara de que ella y yo podemos vincularnos sin que el miedo regule nuestra relación. Somos madre e hija, pero somos iguales, pares, con la confianza de que nos tendremos sin importar lo que hagamos. Ella sabe que no tiene que ser una niña bien portada para agradarme o para que yo la quiera. Sabe que puede ser ella, tomando sus propias decisiones con todo lo que eso implica. Tiene la certeza de que nuestro amor no tiene condiciones, ni reglas. Existe y existirá sin importar las cosas buenas o malas que hagamos en la vida. Por eso no miente. Por eso hace travesuras y me dice, "si mamá, fui yo, pero te prometo que no lo vuelvo a hacer" o "mamá no te preocupes, yo pinte la pared pero, tranquila, ¿me ayudas a limpiarla?". Y yo me maravillo. Y me muerdo la lengua para no perder la paciencia o para no sonreír. Me asombra y me llena de orgullo en un solo segundo. Y aprendo de sus ganas, de su honestidad, de su falta de miedo, de su desparpajo desmedido, de su seguridad. Gracias a Sara aprendo todos los días a no tener miedo, a decir siempre la verdad, a no mentir.

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30 enero 2015

Adictas a las series

Yo soy adicta a las series. Cuando descubro una que me gusta no paro hasta que termino con ella. Y mi hija heredó esa misma afición. Así que el plan de ver juntas las series infantiles que le gustan, se ha convertido en una oportunidad interesante de conocer sus intereses, aprender cosas interesantes y disfrutar un rato las dos, juntas. Entonces, si se animan a este plan con sus chiquitos estas son las 4 series infantiles por las que les recomiendo comenzar:

Tickety Toc
Mi hija habla de Tommy y Tatulah como si estuvieran aquí con nosotros. Disfruta tanto de sus aventuras dentro de ese colorido reloj cucú, que ya hasta quiere que tengamos uno, con la firme intención de meterse dentro de el, como ellos. 


La Sheriff Callie
Sara ama a la Sheriff Callie. Corre y se viste de vaquera (con todo y sombrero), mientras vemos las historias de esta gatita a cargo de un pueblo llamado "Lindo Rincón Amistoso". Lo que más me gusta de esta serie, a parte de la diversión por supuesto, es que todos aprendemos acerca de la convivencia, la amistad y el valor de la autenticidad.


El gato con botas
¿Quién no conoce a este personaje de leyenda? Entonces ya se imaginaran que la serie de este gato glotón, seductor y bailarín, es entretenida, llena de aventuras y personajes increíblemente divertidos. Yo creo que la disfruto incluso mucho más que mi pequeña.

JellyJam 
¡Esta es nuestra preferida! Tal vez porque todo gira al rededor de la música, su disfrute y su poderosa energía, que es el corazón y la vida del planeta Jammbo. JellyJam es una celebración de creatividad, diversión y amistad, que no se pueden perder. Para nosotras Rita, Bello, Mina, Goomo, Ongo, el Rey, la Reina y los dodos son parte de la familia. 




¿Te animas a engrosar con tus hijos la lista de adictos a las series?


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13 enero 2015

Menos y más


Para mi el año, de verdad verdad, comenzó hoy. Ya sé que estamos casi a mitad de mes y que se supone que uno tiene que hablar de los "nuevos propósitos" antes de que sea 31 de diciembre (o máximo hasta el 6 de enero), pero es que hasta hoy entré en el mood del nuevo año. Despedirme del 2014 me costó 13 días del 2015, pero por fin pude soltarlo y aquí estoy, con muchas ganas de contarles todo lo que pienso chulear dentro de 12 meses cuando este año recién nacido se termine. 

Y como las buenas ideas son para replicarlas, me tome la libertad de hacer una lista de "Menos" y "Más", inspirada en la de Amalia Andrade una talentosa ilustradora y escritora que sigo hace rato en Instagram.

¿Preparados? ¡Aquí va!

Menos... azúcar
- impaciencia
- maquillaje en mi cara y tintura en mi pelo
- tacones
- resistencia
- indiferencia
- almuerzos sola, sentada en mi puesto, frente al computador
- lágrimas reprimidas
- palabras atoradas entre pecho y espalda
- whatsapp
- tiempo en cosas que no valen la pena
- discusiones inconclusas
- culpa, mucho menos culpa
- parálisis-análisis
- miedo
- evasión
- autoengaños
- lástima
- gritos
- suposiciones
- tristeza e "infelicidad" programada
- terquedad

Más... saludos al sol
+ meditación
+ sonrisas inesperadas
+ diálogos con mi cuerpo y monólogos con mis entrañas
+ besos inesperados
+ "Te amos" a mis papás (y a todo aquel que ame, con o sin razón)
+ conversaciones con mi hija, con mi hombre, con la vida
+ amor en todos los tonos de grises, y de rojos y de amarillos
+ corazón en todo lo que hago
+ agua fría, madrugadas y ejercicio
+ lágrimas (de cualquier sabor, motivo y especie)
+ cine, mucho cine, todo el cine
+ novelas de esas de amor, y terror llenas de ilusión y verdad
+ amigos... de los de siempre, de los nuevos, de los deseados, de los de esta vida y de los que están conmigo desde vidas pasadas
+ sueños (de los que pasan mientras duermes y hacen de las noches una aventura inmensamente  divertida)
+ franqueza... sin importar las consecuencias
+ palabras en este blog, más "tinta" en mis dedos, más yo para mí y para ustedes
+ autenticidad bañada de espontaneidad
+ compasión mezclada con esperanza y salpicada de fe
+ felicidad por decisión, por convicción sin importar nada más
+ yoga
+ fiesta, rumba, salsa, dance, merengue, rock, y por supuesto, vallenatico, champeta y reguetón
+ sol en todas sus presentaciones, pero preferiblemente acompañado de brisa, arena y mar

Y tú, ¿que quieres "menos" y que deseas "más" este 2015?

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