El amor llega.
El amor llega en medio de la oscuridad y lo ilumina todo.
Nos sonríe y nos abraza.
Nos da un beso tierno.
Nos consciente y nos desnuda el alma llena de vulnerabilidad.
El amor está vestido de colores.
Lleno de desayunos en la cama,
de conversaciones eternas, de coincidencias felices.
De una felicidad dulcísima, con acentos salados y hasta agrios que la hacen
de vuelta más especial, personal, exquisita.
El amor te revela la belleza, toda la belleza en el mundo.
A pesar de la rutina, del cielo gris, del llanto, de los momentos tristes.
A pesar de la lluvia el amor actúa como un faro,
que da esperanza y que nos da la claridad necesaria para estar de pié sonriendo,
para seguir adelante.
El amor no es perfección.
Es simple y complicado a la vez.
Pero si es luz,
una luz intensa con agujeros de hermosa oscuridad.
El amor es pequeños motones de certeza, de seguridad, de acierto.
Llega acompañado de espacios reales y maravillosos llenos de mágico misterio.
Espacios llenos de eternidad y de sexualidad, de compañía invaluable.
De risas y de ternura.
De complicidad eterna.
De maratones de series.
De canciones retro con los amigos encerrados en el carro.
De domingos metidos en la cama.
De caminatas eternas.
De besos adolescentes llenos de deseo.
De paseos y horas de carretera.
El amor eres tú.
Y no puedo estar más feliz de que existas para mi.
De que existamos el uno para el otro.
La mamá de Sara
Acerca de mi vida desde que me convirtí en mamá.
14 mayo 2017
El amor
Publicado por
La mujer que bota fuego
en
10:08
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01 marzo 2016
Para siempre
La sombra volvió grande y fuerte.
Más fuerte que nunca.
Mis miedos la alimentan.
Mi inseguridad la hace fuerte.
No sé en que momento mis ideas se aliaron con ella.
¿O será más bien que siempre han estado de su parte
y hasta ahora me doy cuenta?
La realidad me golpea.
Y entre un totazo y otro,
mi mundo se estremece,
se tuerce y se tambalea.
Guardo silencio.
Y en el vacío mis palabras se pierden,
la garganta me duele, la voz se me seca.
Mi mente en cambio es una hoguera.
Una llama imposible de extinguir.
Está encendida y me aterra.
Su humo me ahoga, me corta la respiración, me marea.
Y me sumerjo con ella en lo más hondo, dónde no escucho,
donde sólo se siente un ardor que no sé como describir.
La sombra volvió grande y fuerte,
y estoy tratando de reconocerla.
y estoy tratando de reconocerla.
De hacerme su amiga, de vivir con ella.
De contarle historias y de perderle el miedo.
De aprender de su fuerza, de su ímpetu, de su tormenta.
Esta vez no se trata solo de esperar a que desaparezca.
Esta vez sé que eso no va a suceder.
Sé que vino a removerlo todo...
necesito que lo remueva todo.
Necesito el coraje para mirarla a la cara,
para pararme frente a ella, y vivir y sentir lo que sea que venga.
Ella es mi enemiga y mi aliada.
Y creo que por ahora se queda a mi lado,
para siempre.
Necesito el coraje para mirarla a la cara,
para pararme frente a ella, y vivir y sentir lo que sea que venga.
Ella es mi enemiga y mi aliada.
Y creo que por ahora se queda a mi lado,
para siempre.
Publicado por
La mujer que bota fuego
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23:20
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