22 septiembre 2013

Mi plan


Mi plan es estar junto a ti, pegadita a ti, observándote de cerca, grabando en mi mente cada centímetro de tu piel.

Mi plan es comprenderte, entendiendo como tu pelo dorado te define, reflejando en su alboroto lo que eres, tu energía inagotable, tu vitalidad de niña.

Mi plan es mirarte, descubriendo como tus pestañas son inmensas y tus manos un diminuto y complejo poema.

Mi plan es arruncharte y consentirte mucho, para que no olvides que mi amor por ti es infinito y que no depende de nada.

Mi plan es grabarme para siempre tu voz, tus dichos y tus maravillosas reflexiones, que llenan de magia y sencillez mi existencia.

Mi plan es decirte "te amo" muchas veces al día, mil veces cada día, sin importar lo que haya pasado, sin importar si hace sol o está cayendo mucha lluvia.

Mi plan es estar a tu lado cuando ríes y mucho más cuando lloras, consciente de que tu llanto abre de par en par mi alma, reviviendo viejas heridas que había olvidado o que creía curadas.

Mi plan es pedirte perdón todas la veces que sea necesario, para que entiendas que mereces respeto y que soy bastante menos que "perfecta".

Mi plan es leerte un cuento y mostrarte mi alma, para que conozcas los grises de mi corazón, para que me quieras por lo que soy.

Mi plan es verte jugar y también jugar contigo, volviendo a ser una niña alegre, traviesa y atrevida, una niña más como tú.

Mi plan es aprender de ti, impregnarme un poco de tu dulzura y nobleza, de tu capacidad de aceptación y perdón, de tu esperanza y optimismo infinito.

Mi plan es recordar gracias a tu sonrisa lo simple que es ser feliz, lo sencillo que es abrir nuestro corazón a la alegría de estar aquí, de vivir.

Mi plan es estar a tu lado, crecer de tu mano, siendo real, siendo tu compañera, aprendiendo de ti todo lo que pueda, disfrutando esta vida que tenemos juntas, este instante que el universo a preparado para nosotras. 

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15 septiembre 2013

Conexión



Estamos conectadas desde siempre, desde el primer instante en mi vientre, desde la primera vez que te tuve en mis brazos. Sin embargo hemos crecido, no somos las mismas. Ya no estamos fusionadas como antes, como si fuéramos una sola. El vínculo permanece seguro pero todo ha cambiado, mucho, demasiado rápido.

Las horas diarias separadas también nos pasan factura. Me concentro montones en el trabajo, y aunque no me olvido de ti, me resta energía para reconectarnos a mi regreso. Me cuesta reconectarme contigo a mi regreso. Hay días que son perfectos. Fluímos simplemente y esas dos horas antes de irte a dormir son el mejor regalo. Otros, todo es caos: vamos en contravía, no te entiendo, no me entiendes, desastre total. Y después que lo superamos y te duermes, me pregunto: ¿por qué todo tiene que ser tan complicado?

A veces quisiera devolver el tiempo a cuando eras una pequeña bebé. Pero ya no eres una bebé. Nos corresponde afrontar lo que somos ahora. No me mal entiendas, no es que no me gusté: adoro tu manera de ser, tu carácter, tu nobleza. Me encanta que podamos tener nuestras conversaciones y las maravillas con las que sales, tu punto de vista y tus ganas de verlo y conocerlo todo. Eres otra persona, independiente y distinta. Y eso demanda mucho más de mí, sobretodo emocionalmente hablando. Tienes derecho a disentir, a querer algo diferente, a exigirme más atención y presencia. Y muchas veces no lo logro. Estar siempre en balance no es fácil. No se me da natural y, la mayoría de las veces, me agota el esfuerzo.

Sin embargo, nuestra conexión sobrevive, muta, se adapta pero se mantiene. Confieso que he temido que se rompa y que no tenga remedio. Esos días en los que el enfrentamiento reina, lo temo más que nunca. Entonces me afano y trato de sanarnos, de darte espacio, de tomar mi espacio, pero dejando pistas para que no olvides que nos tenemos a pesar de cualquier cosa, de las peleas y lo desacuerdos.

Siento que nuestro vínculo es lo más preciado que tenemos. Y he comprobado que es bien fuerte. Sin embargo, ahora tengo la certeza, de que mantenerlo vivo y saludable, depende de mi. De mi capacidad de sentir empatía, de respirar hasta 10 antes de reaccionar, de ejercitar a diario el difícil y esquivo don de la paciencia, de amarte de manera incondicional, consciente del respeto que mereces, de la niña que eres, desterrando el egoísmo que a veces siento, aprendiendo a desconectarme y recargarme de energía con tu sonrisa, descifrando la manera de sortear todos los retos que me pones, intentando una y otra vez, sin rendirme.

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09 septiembre 2013

El colegio


Estamos buscando colegio para Sara. Y, para nuestra fortuna o infortunio, las alternativas son literalmente infinitas. Enloquecer en el proceso no es una opción, así que antes de que eso suceda, decidimos reducir las posibilidades drásticamente. Nos rehusamos a que se nos vaya un año entero visitando instituciones, oyendo discursos casi idénticos, que en lugar de hacer más fáciles las cosas incrementan la dificultad de escoger con tranquilidad y felicidad. Entonces, estamos aplicando solo a 4 colegios. Digo "aplicando" por que nos evalúan a todos como familia, no solo a Sara como posible estudiante, lo que ya es bastante tensionante. 

Cuatro opciones parecen poco. La verdad es que sigue siendo un montón, pero era el número mínimo para mantener las posibilidades abiertas sin correr el riesgo de quedarnos sin colegio. Nuestras variables de filtro: enfoque educativo, ubicación, costos e intuición. Si, intuición. No se trata solo de argumentos racionales, se trata de abrir los sentidos y percibir si estamos en el lugar adecuado, si nos sentimos acogidos, en casa (me pregunto mucho si quizá, éste debería ser el único criterio a tener en cuenta).

No niego que él colegio sea importante. Simplemente no entiendo por que se ha vuelto una decisión tan sofisticada y con una carga emocional tan alta. Repito: el colegio es importante pero no taaaaaaaaan determinante como nos quieren hacer creer. No me como el cuento de que este lugar defina el futuro y la felicidad de nuestros pequeños. No creo que mida la clase de papá o mamá que somos, o defina el hombre o mujer que nuestros hijos serán en el futuro. Para mi la casa y la familia sigue siendo más importante y definitivos. Quizá sea tentador o conveniente comprar el argumento y convencernos que con escoger un "buen" colegio lo estamos haciendo todo. Pero esa es la realidad. O, por lo menos, no es como lo vemos.

Así que con todo esto en mente tratamos de tomarnos el tema con calma y perspectiva, dándole su justo y adecuado lugar. Evitando contagiarnos del estrés colectivo que sucita. Confiando en que tomaremos la mejor decisión para Sara y para la familia. Teniendo claro que si nos equivocamos, siempre podremos rectificar. Este camino apenas comienza.

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