30 enero 2012

Sobre crianza en brazos, apego y otros supuestos demonios

Cuando te conviertes en mamá, casi de inmediato, te das cuenta de lo mal visto que esta seguir tus sentimientos, hacerle caso a tu instinto. A las madres recientes, el resto del mundo nos ve como mujeres débiles, indefensas y torpes, que deben ser alumnas obedientes de los designios de los demás, de lo que dicen las suegras y abuelas, y hasta de lo que dice cualquier desconocido en la calle, que ni siquiera ha sido papá. Dejarte llevar por lo que te place y nace del corazón, parece ser un error. De repente, todos saben más que tú sobre criar (o más bien eso te quieren hacer creer). Y tus ganas de maternar, de abrazar, de cargar y de estar pegadita, día y noche, a ese pequeño bebé parecen diluirse en un mar de instrucciones y recomendaciones erróneas, que van en contra de las necesidades de madres y, lo que es más importante, de las necesidades de los indefensos bebés.

Para la sabiduría popular (que la mayoría de las veces es de todo, menos sabia), amar de manera incondicional, con apego y respecto, es sinónimo de malcriar. Aspectos tan naturales de la maternidad como los brazos, el colecho (dormir con los bebés), la lactancia a demanda y el respeto por los bebés como seres conscientes y de la misma categoría que los adultos, son dibujados por nuestro entorno como los demonios que nos convierten en malas mamás. Al parecer, la ecuación es sencilla: si amas mucho, eres mala mamá; si no muestras autoridad, eres mala mamá; si duermes con tu bebé, eres mala mamá; si lo cargas mucho, eres mala mamá; si lo dejas explorar "sin control", eres mala mamá. De repente la crianza se convierte en un eterno tormento, una lucha permanente entre lo que el corazón nos indica y el resto del mundo nos dice. Momentos que tendrían que ser de apoyo incondicional y soporte permanente a la madre y al bebé, se transforman en espacios para señalar y juzgar una conducta saludable y natural. 

Por fortuna cada vez más voces, científicas y de la sociedad en general, se unen para reivindicar la crianza en brazos, la lactancia materna, el respeto y el apego, como las conductas naturalmente adecuadas para tener niños felices y saludables, tanto física como emocionalmente. Esos supuestos demonios que todo el mundo trata de erradicar son realmente la clave para que nuestra sociedad comiencen a ser menos violenta y más pacifica. Dejar que las madres sean madres, en todo el sentido de la palabra, disfrutando y dando rienda suelta a su instinto maternal, debería ser casi que una política de estado. Las madres no necesitamos consejos de nadie para criar. No requerimos de la opinión, ni de la sabiduría de nadie, ni de las ideas de ningún experto que ha escrito montones de libros, para saber como amar y criar adecuadamente a nuestros bebés. Solo necesitamos apoyo y auto confianza, porque el conocimiento está, naturalmente, en cada pedazo de nuestro ser, en cada una de nuestras células. Nosotras somos las expertas en todo lo que tiene que ver con este nuevo bebé. Nadie mejor que nosotras sabe que necesita y que quiere. Nadie mejor que cada madre sabe porque llora su hijo, porque necesita un beso, porque quiere teta, porque pide brazos. La madre que todas tenemos dormida, de pronto, se despierta con ímpetu, con verdadera y saludable  sabiduría. Esa madre poderosa, amorosa, decidida y sabia, vive dentro de todas nosotras. Solo necesitamos que nos dejen lactar, colechar, portear, cargar y amar como nuestro corazón nos dicta a nuestros bebés. Solo necesitamos que nos dejen convivir y disfrutar con nuestros hijos, de estos supuestos demonios.

Escrito para Cerquita Mío. Publicado el 8 de diciembre de 2011.

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27 enero 2012

Otra vez

Confieso que antes de ser mamá tenía un montón de creencias erróneas sobre la maternidad y la crianza. Una de esas era que ser mamá era una labor sencilla y predecible. Sonaba simple, pero como todas sabemos, la maternidad es bastante más complicada. Con todo y mis simples creencias quedé embarazada y algo comenzó a ser, o mejor, a estar diferente dentro de mi. Fue como si una sensibilidad ancestral se despertara lentamente mientras mi útero se agrandaba y estiraba. Como si esa nueva vida que crecía en mi interior, me hiciera recuperar la memoria de un conocimiento maternal que ni siquiera sabía que tenía. Entonces también todo comenzó a cambiar y apareció una avidez incontrolable por leer y aprender de bebés, de embarazos, de partos y de crianza. Era una especie de necesidad desesperada por encontrar, en las palabras de otros, un orden y un sentido a todo lo que pasaba por mi mente y sentía cada célula de mi cuerpo. Por validar sentimientos y derribar todas esas erróneas creencias. En esos nueve meses devoré todos los artículos y entradas que se cruzaron por la pantalla de mi computador. Y tuve la fortuna de toparme con aquello que estaba buscando, en las palabras de los/las mejores, que hoy se han convertido en mis amigos, en mi tribu. 

Todo comenzaba a tener sentido. Y en ese momento, ingenuamente y, de nuevo, erroneamente, estaba convencida que sabía todo lo que tenía que saber. Y, un sábado de madrugada, nació Sara. Otra vez, mi mundo se revolcó de manera indescifrable. Nuevamente, todo era distinto y diferente. Me tomó casi 3 meses volver a comenzar a encontrar un orden a ese mundo de sentimientos, de inseguridades, de temores. Poco a poco las cosas comenzaron, por si solas, a tomar su cause. Mi cuerpo, lentamente, volvía a su estado original. Y mi vida, tomaba otro estado distinto, pero fascinante. Estaba aprendiendo a ser mamá, o más bien cada una de las células de mi cuerpo estaban recordando como serlo. El terror y el agotamiento de los primeros meses estaban dando pasó a la tranquilidad sosegada de una rutina llena de cambios de pañales, de tetadas interminables, de cuidados, de presencia, de llantos indescifrables, de paseos en las tardes, de sesiones dedicada a ver crecer a mi bebé. Comencé a sentirme cómoda de nuevo, en un mundo que empezaba a dominar y en que me sentía segura. 

Pero como el mundo no se detiene, pasan los meses y, una vez más, todo comienza a cambiar. Ya no hay rutina sosegada sino un ajetreo interminable, con una niña (ya no es una bebé, snif, snif) que se quiere tragar el mundo entero de un solo totazo, y que tiene energías para hacerlo. El día a día se ha convertido en una persecución eterna detrás de ésta pequeña rubia, llena de inquietudes y sin temor de nada. Otra vez estoy desconcertada y agotada. Enfrentando que ser mamá es una vorágine de cambios que nunca termina y que siempre nos toma por sorpresa. Maravillada por sus nuevas habilidades, por su media lengua y por su personalidad imparable, pero, al mismo tiempo, confirmando, una vez más, lo equivocada que estaba antes de ser mamá acerca de serlo. No me malinterpreten, tener un hijo es maravilloso, vale todo el oro del mundo y mucho más. Simplemente, me sigue costando acostumbrarme a no acostumbrarme a nada, a que todo cambie tan pronto, a vivir a una velocidad que me cuesta asimilar y que no puedo controlar, a entender que todo seguirá cambiando una y otra vez. 

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25 enero 2012

Con las pilas puestas

Así es como me siento ahora, llena de energía y con ganas de comenzar a trabajar en todo lo que tengo pensado para este año. Sin duda, tanto entusiasmo necesita ser encausado. Lo último que quiero es desperdiciar los meses haciendo mil cosas sin sentido y sin un objetivo claro, que no me lleve a ninguna parte. Este es el año para comenzar, de una vez por todas, mis proyectos (mi corazón y el horóscopo me lo dicen). Ya esta bueno de meditar al respecto y acumular ideas. Es hora de ponerse manos a la obra. Por eso, lo 1ero que voy ha hacer es tomarme una semana para planear, en detalle, cada uno de los aspectos en los que voy a trabajar. Necesito construir una hoja de ruta que me permita ver avances considerables con el paso de los días y que me ayude a continuar enfocada (palabra clave para mi este año).

Además necesito definir como voy a organizar el tiempo, como va a ser mi rutina todos los días, como me voy a repartir entre mis proyectos y Sara. Sé que esto va a ser lo más complicado, pero estoy decidida a encontrar la manera de lograrlo. Así que mañana tomare mi hermosa libreta nueva y mis marcadores de colores (este tipo de cosas prefiero hacerlas a mano), y dedicaré buena parte de la tarde a poner mis sueños-proyectos en papel. Necesito definir fechas, objetivos, planear siendo realista pero sin dejar de soñar, comprometiéndome conmigo misma, con mis ganas de ser una mamá emprendedora e independiente, con mis deseos de hacer de éste un blog que toque las fibras de aquellos que lo leen, con mis ganas de estar presente para Sara pero también de seguir creciendo en las demás facetas de mi vida.

Estoy resuelta y dispuesta a dar todo de mi. Así que mi plan es exprimir al máximo el tiempo, sin estresarme demasiado, disfrutando todo el proceso, sin fijarme en lo que no aporta, lo que me distrae y me retrasa, mirando a mediano y largo plazo cuando sea necesario, levantándome más temprano y acostando más tarde, cumpliendo mis propios tiempos y horarios, exigiéndome ser más optimista, recordando, con mayor frecuencia, que cuando el camino se complica es cuando más se aprende, que la mitad de la carrera se corre en la mente, y que para "poder" solo tienes que estar decido y seguro de que puedes.

Así que la cosa pinta muy pero muy bien este año. No sólo para mi sino también para todos los que están del otro lado, conectados conmigo, con mis deseos y proyectos. Por eso, quiero compartir con todos ustedes mis planes, avances y logros durante todo este año. No sólo porque me encanta la idea de tener a mi tribu echando porras virtuales desde cualquier parte del mundo, sino porque espero que mis experiencia de mamá, de emprendedora y de mujer sirvan de aliciente y de inspiración para todo aquel que decida dedicar unos minutos de su tiempo para leerme. Espero se animen aventurarse conmigo en este viaje.

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23 enero 2012

Un poquito más

Otra vez llegó el fin de las vacaciones. Otra vez, nos vemos al espejo y nos encontramos con el alma llena de hermosos recuerdos, la piel bronceada y el corazón repleto de nostalgia. Llego la hora de regresar a casa, de despedirse del calor del sol y abrazar el frío de la sabana. Y, otra vez, inevitablemente, los ojos se me llenan de lagrimas recordando cada instante disfrutado, cada espacio compartido en familia y con  amigos, la sabrosura y despreocupación de estos días.

Miro las cosas en retrospectiva y es increíble como la vida nos ha cambiado. Estás vacaciones no se parecen en nada a las vacaciones de hace unos años. Los tiempos y actividades son otros. Nuestras vacaciones no son nuestras, son las vacaciones de Sara. Echo mano de los recuerdos y no extraño prácticamente nada. Más bien, con un inmensa sonrisa en los labios, me doy cuenta de que hemos aprendido a ver el mundo, a disfrutar de él a través de sus ojos, a reír con su sonrisa y a acongojarnos con su llanto. Todo a nuestro alrededor, solo tiene sentido gracias a ella. Su ser llena todo los espacios de nuestras vidas, dándole un brillo inesperado, un tono increíble y maravilloso. Para mi, estos días de descanso me han confirmado una vez más, que la felicidad ha llegado a nuestra vidas empacada en una niña de ojos gigantes y melena dorada.

Para Sara, estos días han estado llenos de exploración y descubrimiento. No sólo del entorno, lleno de hormigas y flores desconocidas, de animalitos y formas maravillosas, de la espuma y el sabor salado del mar, de conchas, caracolas y chipichipis, sino también de sentimientos nuevos, que tiene que aprender a identificar y manejar. Ya no es una bebé, se esta convirtiendo en una niña grande. Comienza a darse cuenta qué le gusta mandar, que es atractivo ir a delante y no ser una seguidora; que aunque no diga una sola palabra comprensible, no se como, todos le entendemos; que puede "pedir" e intentar "hacer" lo que se le cruza por la mente, pero que a veces, más bien, muchas veces, no podemos complacerla en lo que quiere; que hay más límites de los que le gustaría, algunos, impuestos por nosotros, otros, por la naturaleza;  que ama a los animales, que puede vivir a punta de arroz y queso, que puede decir "más", que muere por la playa, el sol y el mar (igual que sus papás). 

Otra vez llegó el fin de las vacaciones. Y aunque sé que vendrán muchas más, no puedo evitar sentir que pasaron muy pero muy rápido, que nos faltaron unos minutos más de sol, un rato más con los amigos, mucho más tiempo con la familia. Tal vez, en estos casos, ningún tiempo será suficiente. Tal vez, siempre pensaremos que hubiéramos querido quedarnos un poquito más.


PD: Tribu de #mamástuiteras y #mamásblogueras con este post estoy oficialmente de regreso después de muchos días desaparecida... espero que la tribu siga creciendo mucho más este año.e,........l

12 enero 2012

More holiday photos

Como se imaginaran, seguimos de vacaciones, y si, la estamos pasando increìble. Sin embargo, ya el cansancio de corretear a Sara mañana, tarde y noche nos esta pasando factura. Tanto asì, que mi marido y yo, estamos pensando que serìa estupendo pasar unos dos dìas solos, sin pensar en pañalales, relajados, tirados en una asoleadora. Eso pensamos y planeamos ahora que estamos agotados pero a la hora del tè, ninguno de los dos es capaz de dejar a Sara tanto tiempo. Si, si...realmente dos dìas no es mucho pero aùn se nos hace una eternidad...Bueno, amanecera y veremos...mientras, acà va otra tanda de fotos de nuestra vacaciones ( o más bien, de la vacaciones de Sara).


03 enero 2012

Some holiday photos

Con estas pocas imágenes no hay mucho más que decir. Simplemente estamos pasándola felices y relajados, con un clima inmejorable y con la mejor compañía: la familia.


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