Solo basto un momento de descuido, para que Sara metiera la mano en la sopa y se quemara. Yo estaba de pié esperando que mi esposo trajera el coche para sentarla mientras almorzábamos, y ella, llena de curiosidad, metió los deditos, inocentemente, en la sustancia caliente. Por fortuna solo fue una fracción de segundo, porque la sopa estaba hirviendo. No le pasó nada. Solo lloró a grito herido 5 minutos para luego caer profundamente dormida. Yo he quedado devastada. Esa fracción de segundo basto para hacerme sentir la peor mamá del mundo. No sé qué paso!!! ¿Para donde estaba mirando?, ¿cómo no pude ver que eso podía pasar?.. mi confianza se derrumba y mi cabeza parece que fuera a estallar de tanto pensar…y si hubiera hecho esto o no hubiera hecho aquello… mil cosas rondan en mi cabeza. Las lágrimas fueron inevitables. Hasta necesité consuelo de mi papá. Tenía pensado escribir otra entrada, pero después de lo sucedido necesito exorcizar mi sentimiento de culpa. Y es que mi esposo siempre anda medio paranoico con la seguridad de Sara. Yo soy más bien fresca. Me repite constantemente "ojo con eso", "pilas que esta muy al borde de la cama", "cuidado con la cabecita", "así se lastima el bracito", etc., etc., etc. Se le ocurren cosas lógicas e ilógicas que podrían pasar...cosas que a mí nunca se me ocurren. Yo nunca he tenido ese chip de la previsión y la anticipación activado. Siempre he pensado que exagerar en cuidados de ese tipo, nos hace vivir una intranquilidad que no se justifica al final de cuentas. Sin embargo, después de lo sucedido hoy, voy a hacerle más caso a la paranoia de mi esposo. Bien lo vale la seguridad de mi hija, y la tranquilidad de mi corazón.
Lo siento mucho princesa!!! Desde mi corazón te prometo que haré todo lo que esté en mi voluntad y atención, para que no vuelva a pasar :) Lo siento y te amo profundamente!
PD: Les cuento que nos fue de maravilla en el viaje. Conseguimos rápidamente taxi, no hubo trancón, ni fila en el check del aeropuerto, el vuelo salió puntual y Sara se portó de maravilla. Pasamos una semana deliciosa con mi abuela en Barranquilla. Sara recibió muchos regalos y hasta fuimos a Cartagena. Ahora estamos en mi casa de Riohacha, con mis papás y Tomás, nuestro beagle. En la próxima entrada les cuento de nuestra primera visita a la playa con la pequeña princesa. Felices fiestas a todos!