30 junio 2013

¿Cómo ayudar a una madre reciente?

Hace unos días vi esta imagen en El Blog de Sarai Llamas (uno de mis favoritos de toda la blogósfera maternal) y no puedo resistirme más a no compartirla. No solo por que además de ser hermosa es totalmente acertada, sino por que a menudo muchas mamás me cuentan lo confundidas y estresadas que se sienten con los consejos no pedidos, las vistas no esperadas, los comentarios fuera de lugar y un sin fin, de imprudencias que cometemos con ellas cuando acaban de convertirse en mamás. Por eso, este post más que un post es un servicio social para que de una vez por todas entendamos que es lo que necesita una mamá recién parida y midamos nuestras palabras y nuestros actos, para ser una verdadera ayuda y no una inoportuna compañía.



PD: gracias Sarai por tu claridad, ingenio y chispa, que nos regalan este tipo de imágenes prácticas, sabias y muy útiles.


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17 junio 2013

2 años, 8 meses, 1 semana


Eso duró nuestra lactancia: 2 años, 8 meses, 1 semana. Y me parece mentira que haya sido tanto y al mismo tiempo tan poco. Creo que en perspectiva siempre me parecerá poco. Tal vez por que quisiera recordar y revivir cada momento y mi mente floja no logra traer cada detalle de regreso.

Este tiempo que compartimos, unidas por un acto tan simple y al mismo tiempo milagroso, es uno de los mejores regalos que me has dado. Un regalo que me permitió entregarme como madre y descubrir la inmensa capacidad que tengo de dar, de darme a ti, de ser una contigo, de sentirte y escucharte sin palabras, de brindarte consuelo y de ofrecerte lo que soy libre, sin reservas ni egoísmos. 

Este también fue un regalo de confrontación personal, que me empujo de frente a mis propios defectos, a mi oscuridad más profunda, a mi ilusión de control y perfección inexistente, con grandes y dolorosas lecciones.

No puedo no ver el fin de nuestra lactancia con una inmensa nostalgia. Con la certeza de haberla vivido al máximo, tanto en los días hermosos como en los oscuros, con decisión, convicción y fortaleza, con momentos de inmensa alegría y con instantes de miedo acumulado en el estomago y la garganta, con ganas de abandonar, con segundos de hastío seguidos de una inesperada satisfacción y felicidad, aprendiendo a confiar en mí y en ti, en nosotras, llenas de amor y de coraje, segura de la importancia de cada minuto, de este vínculo fuerte y maravilloso, que se tejió entre nosotras a través de todo este tiempo.

Hoy, por fin me siento clara para escribir este post. Hoy, casi 3 meses después de tu última toma, tengo que decir que el duelo ha sido lento e importante. El bajón de oxitocina fue como un aterrizaje forzoso del que aún tengo algunas heridas. Nuevas maneras de relacionarnos, nuevos encuentros y desencuentros se cruzan en nuestro camino. Seguimos tomadas de la mano, caminando este camino, creciendo juntas. Y hoy, por fin, lo entiendo. Y estoy feliz de que estemos aquí y de seguir adelante. 


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12 junio 2013

Para bien y para mal


He estado alejada, y la gripa es la culpable.

Llevo dos semanas con ella acuesta, y ha sido pesada, muy pesada, pero también, en algunos casos, me ha hecho la vida más ligera.

La gripa es la culpable de mi creciente impaciencia pero también de mi atención extrema. 

Y de que el mal genio se haya instalado y se me note a leguas. 

De mis ganas de llorar y de sentir a millón, como si el mundo se fuera a acabar. Y de reconocer que a veces no puedo con todo... si, yo no puedo con todo.

De forzarme a bajar el ritmo y calmarme, por qué se me estalla la cabeza. De aprender a pedir ayuda y a delegar y a confiar.

De sacar tiempo para estar y para pensar, y también de mandar todo al cuerno por qué estoy harta y no aguanto más. 

De volver a conversar, en la cama, con la cabeza en la almohada como hace tanto, como siempre.

De dedicarme a mi casa y a esos detalles que el día a día agitado no me deja ver. 

Y de pasar noches enteras en vela por que respirar es casi imposible de hacer.

La gripa me regalo un fin de semana junto a mi hija, con mi esposo, en familia. Sin compromisos sociales ni obligaciones que distraen, permitiéndonos almorzar juntos,  dormir temprano y levantarnos un poco más tarde. 

Pero también ha sido una compañera insufrible que a traído de nuevo al monstruo, que me hace gritar y ser esa mamá que odio ser... ese ser lleno de mala energía que lo repele todo, absolutamente todo.

Y acá estoy, tratando de sobrevivir a ella, con afán de sacármela de encima pero no se logra. Y ella está feliz, a sus anchas, acomodada y nada que se va. Sigue aquí, viviendo entre nuestra cobijas, colándose en el desayuno y en la comida, para bien y para mal. 


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02 junio 2013

10 consejos para que tu hijo se bañe, cuando NO quiere

Sara disfruta un montón del baño. Pero tengo que reconocer que son muchas las veces que no se quiere bañar. Tal vez por que no quiere dejar su juego o porque tiene frío o, simplemente, por que no le apetece. Así que decidí tratar de hacer que el proceso del baño no fuera un drama matutino y, en el proceso (casi siempre exitoso) descubrí que hay muchas maneras de salir de este conflicto felices y airosos. Esperó estos consejos les sena tan útiles como lo son para mí.


1. Haz del baño un plan. Tenemos tina, así que hacer "mini-piscina" como ella la llama, me saca del lío del baño bastante rápido y, mágicamente, todos volvemos a ser felices.

2. Baño colectivo. Durante mucho tiempo la mejor manera de que mi hija decidiera feliz tomar una ducha era tomar una ducha yo. La modelación y el ejemplo son siempre unos ayudantes enormes en este y en todos los asuntos de la crianza.

3. Echa mano de los juguetes. El baño es una area más de juego en la casa, por lo tanto, casi desde el día 0, está lleno de patos, estrella marinas ( y no marinas) tambores, mariquitas y un sin fin de artefactos, que a traen la atención de Sara y que convierten la hora del baño en un momento divertido.

4. Involúcralo en el proceso y empodéralo. Crea expectativa. Saquen la ropa juntos. Deja que escoja que jabón y champú quiere usar. Permítele que se enjabone y que se aplique el champú. Quizá no quede tan limpio como tu quisieras, pero al final, tomar las riendas de este momento hará que lo disfrute y desee mucho más. 

5. Aprovecha los días que no hay prisa ni horarios, para dejarlo fluir y estar a sus anchas. Deja que el decida cuándo y cómo se quiere bañar. Así, los días en los que el baño no puede ser tan libre y demorado, será más fácil de comprender para él, ya que sabrá que pronto llegará el fin de semana y podrá bañarse con más libertad.

6. Madruga un poquito más. Para muchos papás y mamás lo que hace más tensionante la hora del baño es el tiempo. Si nos levantamos con el tiempo justo y estamos con la presión de que se nos hace tarde, todo se vuelve más complejo y difícil de manejar. Por eso, mi solución es levantarnos TODOS un poco más temprano para darles los pequeños el tiempo que necesitan para despertar completamente, desayunar sin prisas y tomar un baño con la calma y tiempo que necesitan.

7. No bañarse también es una opción. Con esto no quiero decir que dejemos de lado las buenas y sanas costumbres del aseo. Más bien propongo que si el baño es todo un drama en la mañana, consideremos la posibilidad de que nuestro pequeño lo tome a cualquier otra hora del día que esté más dispuesto. Un cambio tan sutil como este puede hacer una diferencia enorme.

8. Una rutina flexible. Esto puede sonar contradictorio pero realmente no lo es. Las rutinas sin duda nos ayudan a volver predecibles y seguros los momentos con los niños. Esa es una ventaja enorme que debemos aprovechar sin que se vuelvan un cinturón de fuerza que no nos permitan movernos. Así que construye una rutina alrededor del baño de tu pequeño, que lo conduzca de manera natural al momento del baño, sin aferrarte a ella como algo que hay que seguir al pié de la letra.

9. El fin no justifica los medios. Nunca y menos en la crianza de un niño. Así que sopesa los esfuerzo y el desgaste, y busca la manera de que cumplir con el fin (el baño) sin que el proceso sea un mar de lagrimas y malos momentos. Tal vez tengas que comenzar con un juego en el que bañan juntos algunos muñecos, o algunos días sea suficiente con lavarse los dientes, la cola y la cara. Charla con él, explícale la importancia del baño, lo rico que es disfrutar del agua, háblale positivamente del momento, guarda la calma. Las palabras correctas pueden hacer magia.

10. Todo es un proceso así que busca alternativas que los haga felices a todos. Los niños necesitan tiempo para aprender y adaptarse, así que dale tiempo al tiempo. Si no le gusta la ducha, busca un tazón donde se pueda meter. O una regadera de mano. O si el clima lo permite, báñalo en el patio. No desistas, ni te desesperes, persiste con respeto y estoy segura que pronto veras los frutos. 


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