Llevo dos semanas con ella acuesta, y ha sido pesada, muy pesada, pero también, en algunos casos, me ha hecho la vida más ligera.
La gripa es la culpable de mi creciente impaciencia pero también de mi atención extrema.
Y de que el mal genio se haya instalado y se me note a leguas.
De mis ganas de llorar y de sentir a millón, como si el mundo se fuera a acabar. Y de reconocer que a veces no puedo con todo... si, yo no puedo con todo.
De forzarme a bajar el ritmo y calmarme, por qué se me estalla la cabeza. De aprender a pedir ayuda y a delegar y a confiar.
De sacar tiempo para estar y para pensar, y también de mandar todo al cuerno por qué estoy harta y no aguanto más.
De volver a conversar, en la cama, con la cabeza en la almohada como hace tanto, como siempre.
De dedicarme a mi casa y a esos detalles que el día a día agitado no me deja ver.
Y de pasar noches enteras en vela por que respirar es casi imposible de hacer.
La gripa me regalo un fin de semana junto a mi hija, con mi esposo, en familia. Sin compromisos sociales ni obligaciones que distraen, permitiéndonos almorzar juntos, dormir temprano y levantarnos un poco más tarde.
Pero también ha sido una compañera insufrible que a traído de nuevo al monstruo, que me hace gritar y ser esa mamá que odio ser... ese ser lleno de mala energía que lo repele todo, absolutamente todo.
Y acá estoy, tratando de sobrevivir a ella, con afán de sacármela de encima pero no se logra. Y ella está feliz, a sus anchas, acomodada y nada que se va. Sigue aquí, viviendo entre nuestra cobijas, colándose en el desayuno y en la comida, para bien y para mal.
Interesante esto!! :)
ResponderEliminarEs tu cuerpo que reclama un poco más de descanso, como sabes el único remedio infalible para la gripe, es el reposo y si no se lo das, ella lo arrebata.
ResponderEliminarSirvan pues estos días de reencuentro personal y familiar.
P.D. El Monstruo no se va, sólo se duerme.
Y despierta muy a menudo, últimamente!!
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