Hoy regresamos a Bogotá. Tengo que reconocer que, como dicen acá en Colombia, tengo mucho guayabo. Estar un mes en la casa donde crecí con mi bebé fue una experiencia reparadora y gratificante. Disfrute mucho de mis papás y ellos de su nieta. Sara se porto súper. Definitivamente lleva el calor en los genes. Todos nuestros amigos y familiares se portaron de maravilla con nosotros. Nos vamos con el corazón grande, lleno de felicidad (y con 5 kilos de más que pesan todos los regalos que recibió la princesa).
Estoy segura que Sara va a extrañar los paseos por el muelle, la visita a los amigos, los besos y abrazos de los abuelos, los cariños de la bisabuelita, la recocha con los tíos, los halagos de conocidos y desconocidos, las siestas en la hamaca del patio, los baños diarios en la piscina inflable, la libertad del clima caribe, el mar... Confieso que yo ya estoy extrañando más que todo eso.
Llegamos a casa con una Sara irreconocible: más viva, tremendamente despierta, que se sienta, se voltea, que ya casi gatea y balbucea "mamá"; que hoy, mientras la bañábamos, se apoyo en el borde de la ponchera y se paro ella solita. Me siento feliz y bendecida. Sin duda, estas han sido unas de las mejores vacaciones que he disfrutado en mi vida.
Zari que divina,.. muy lindo lo que escribes,.. bienvenida al club de las mamás felices jejeje,..esta hermosa Sara.. Dios los bendiga enormemente ,.. un fuerte abrazo Lina Gómez.
ResponderEliminarLina, muchas gracias!!! me alegra tanto que mis conocidos y amigos de Riohacha me lean. Un saludo a todos por allá. Muchas bendiciones para ti y para toda tu familia.
ResponderEliminarBesos y abrazos también para ti!