Embobada con mi hija

Es increíble como todos los días me descubro embobada con Sara, con cada cosa que hace, que balbucea, con su ceño fruncido, con su sonrisa, con su mirada de picara, con sus tres pelos rojizos. Es como si me tuviera encantada con alguna suerte de hechizo desconocido, que se exacerba cuando veo como descubre sus manos, cuando escucho su llanto fingido y sus gritos desesperados, cuando veo sus fotos de recién nacida y me percato de lo grande que está, de cómo ha cambiado, cuando se impacienta por la teta o me hace suspirar con sus suspiros inesperados, cuando ilumina la habitación con el brillo de sus ojos, cuando se inunda de asombro ante el mundo desconocido, cuando me contagia de felicidad, de esa felicidad que cada segundo brota por sus poros. 

Su mirada y su sonrisa me traspasan, sus abrazos torpes y sus besos babosos me tatúan el alma. ¿Que más les puedo decir? Desde hace 8 meses estoy como embrujada. Metida en un tobogán de sentimientos que no se interpretar, pero que cada vez disfruto más. Estoy embobada con Sara. No hay nada más que explicar.

Me tienes encantada mi princesa Sara.