He estado durante varios días con un sinsabor en el estomago que me molesta. No se bien que es, ni como procesarlo. Me despierta en las noches y me desconcentra en las mañanas. Me hace sentir insegura, temerosa, tímida. Me lleva a lugares que había olvidado y que pensaba que no conocía. Me reclama silencio, reflexión, soledad. Y yo no he encontrado la manera de darle curso, de permitirle seguir su camino, de concentrarme en ese "no se que" para que salga adelante. No he encontrado el espacio, o no he querido hallarlo. No lo sé.
Lo que si sé es que, irónicamente, esta penumbra, que no se nombrar, me conecta de manera especial con mi hija. Sé que ella siente mi "no se que". Sé que lo lee en mi piel. Lo comprende mucho mejor que yo. De hecho lo manifiesta abiertamente, a su manera, retándome, forzándome, llorando sin razón, llevándome sin sutilezas por la ruta que me reclama. Es mi guía.
Mientras, yo hago lo que puedo. Yo, intranquila, turbia, indecisa, temerosa, trató de tomar su mano y seguirla...pero me cuesta. Mis sombras me pesan, me duelen... y me cuesta. Y no sé como hacer para perder el miedo al dolor y seguir, y recordar, y conectarme con mi niña sola, herida, madurada biche y a la fuerza, llorona, ronca, aparentemente independiente, sola.. muy sola.
Por fortuna estás tu, mi princesa. Y no tengo opción.
En otra época de mi vida esto que me pasa solo sería un malestar de unos pocos días, sin mayor trascendencia, por que me falta valentía. Pero estás tú, que me obligas a no obviar el camino, a vivir este proceso, a recordar lo impronunciable, a organizar mis recuerdos, sin importar el dolor, sin importar el tiempo que tome, para ser la mujer que tengo que ser, la madre que tu te mereces, la esposa que deseo. Para poder comprender por qué a veces tu llanto me desestabiliza, por qué temo perderte casi a diario, por qué a veces no tengo resto suficiente para sostenerte, ni la paciencia necesaria para las cosas de tu padre, por qué huyo más veces de las que quisiera, por qué hay días que no me hallo en mi propia piel.
Por fortuna no tengo opción y estoy en el camino. Tratando de mirarme a los ojos, de limpiar las lagrimas de mi niña, tratando, tratando cada segundo, llevando luz a mi sombra, para entenderla, para ver el panorama despejado, claro, para que no pese tanto.
Zary... pequeña niña no estás sola, llora si lo necesitas, ríe si te apetece, es el camino a seguir por aquellos que son valientes como tú... =)
ResponderEliminarTe quiero mi bella y sabia Oli!!
EliminarUn abrazo Oli bella!!!
ResponderEliminarGenial!!!
ResponderEliminarEspero que te lleve a buen puerto todo este camino. Ánimo guapa!
ResponderEliminarUn abrazo.
EliminarZary, me dejas una sensación de desamparo que alguna vez la he sentido. Es increíble la magnitud de la presencia y conexión que tenemos que nuestros hijos y cómo ellos nos empujan a iniciar esas búsquedas que a veces porstergamos pero son necesarias. Tu princesa te acompaña y la tribu también, no temas. Un abrazo!
ResponderEliminarMil abrazos Oli. Yo se que es así.. el camino es doloroso pero imprescindible y necesario. Besos!!
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