No sé que me pasa con esta época del año que la sensibilidad y la "bobada" llorona se me alborota. No se que se remueve dentro de mi, que el nudo en la garganta y la dificultad de respirar se disparan igual cuando escucho "All I want for Christmas is you", que cuando suena en la tv la canción de navidad de Dora La Exploradora. Esta mañana, mientras tendía la cama, pensaba y me preguntaba, qué será lo que estás fechas revive en mi inconsciente que me pongo tan sensible y me siento tan vulnerable. Todos los años es lo mismo. Llega diciembre y, casi de inmediato, me enfrento a una avalancha de nostalgia, acompañada de una tristeza extraña y abrumadora pero perfectamente conocida.
La navidad y el año nuevo siempre fueron fechas extrañas para mi. Mi mamá, que no es católica ni cristiana tradicional, nunca celebró estas festividades. Es decir, en mi casa nunco hubo árbol, ni pesebre, ni adornos de papa Noel. Mis hermanos y yo, nunca escribimos cartas al niños Dios, ni recibimos regalos al amanecer del 25 de diciembre. Sin embargo, conocimos y vivimos de cerca el espíritu de la navidad por que apenas salíamos de vacaciones, viajábamos casi al instante a visitar a mi abuela y a mis primos, y allá, el 24 y el 31 de diciembre, siempre se han festejado en grande. Así fue como cantamos villancicos y rezamos novenas, haciendo coreografías como show central de cada celebración, dando el feliz año en medio de pitos y fanfarrias. La pasábamos felices, pero para mi, siempre se sintió extraño. Es decir, era como si me faltara algo o le temiera a algo. Como si tantos momentos de felicidad y euforia fueran un presagio de que la decepción y la tristeza nos estaban esperando a la vuelta de la esquina. O como si, de repente, esos momentos tan esperados, revivieran dentro de mi un sentimiento de perdida vivido cuando era más niña, tal vez cuando era bebé. Y así, con un montón de sensaciones contradictorias que aún me cuesta enunciar, lloraba desconsolada cada 31 de diciembre mientras mi abuela me besaba y me bendecía, llena de felicidad pero también de una inmensa sensación de desamparo. Era como un transe que no podía controlar ni evitar, por mucho que me esforzará. Como un tipo de exorcismo personal e íntimo, que se repetía año tras año. Como si me enfrentara a una suerte de demonios internos que me recordaban un miedo inmenso a perder a los que más quiero.
Con el pasar de los años y el recorrer del tiempo, aprendí a controlarme mucho mejor. Ahora, puedo contener las lagrimas que sin motivo aparente quieren brotar desesperadamente, apenas suenan los pitos y comienzan a repartirse los besos y los abrazos. Sin embargo, aunque las lagrimas se escondan, los sentimientos y la nostalgia aún revolotean en mi alma y en mi corazón. Y, ahora, después de mucho tiempo, tal vez por la luz y la sabiduría que me ha dado la maternidad, intento enfrentarme a estos "viejos conocidos" de otra manera. Creo sentirme capaz de entenderlos y de mirarlos de frente. Los reconozco, y quiero escudriñarlos para tratar de resolver ese sinsabor interno que me angustia y que me llena de lagrimas. Por eso, para mi, estos días más que de fiesta serán de reflexión, de búsqueda. De pensarme mucho, de intentar recordar dónde y cómo algo se rompió dentro de mi hace mucho, y de buscar la goma y la técnica perfecta de unir las piezas, con un nuevo y mejor sentido, para que quizás el próximo año, ya no duela. O por lo menos, duela mucho menos.
Con el pasar de los años y el recorrer del tiempo, aprendí a controlarme mucho mejor. Ahora, puedo contener las lagrimas que sin motivo aparente quieren brotar desesperadamente, apenas suenan los pitos y comienzan a repartirse los besos y los abrazos. Sin embargo, aunque las lagrimas se escondan, los sentimientos y la nostalgia aún revolotean en mi alma y en mi corazón. Y, ahora, después de mucho tiempo, tal vez por la luz y la sabiduría que me ha dado la maternidad, intento enfrentarme a estos "viejos conocidos" de otra manera. Creo sentirme capaz de entenderlos y de mirarlos de frente. Los reconozco, y quiero escudriñarlos para tratar de resolver ese sinsabor interno que me angustia y que me llena de lagrimas. Por eso, para mi, estos días más que de fiesta serán de reflexión, de búsqueda. De pensarme mucho, de intentar recordar dónde y cómo algo se rompió dentro de mi hace mucho, y de buscar la goma y la técnica perfecta de unir las piezas, con un nuevo y mejor sentido, para que quizás el próximo año, ya no duela. O por lo menos, duela mucho menos.
Muy buena decisión, Zary. Adelante, sumérgete y aprende de tus fantasmas, los k impide que la felicidad plena explote dentro de ti también en estos días. Ánimo. Será beneficioso. Ya sabes dónde estamos si necesitas una llamada de SOS. Un abrazo sincero.
ResponderEliminarA mí la Navidad me encanta, pero el Año Nuevo siempre me ponían un poco triste. Ahora trato de ignorarlo un poco, jejeje. Pero sí, a veces uno necesita escarbar y quizá va a doler descubrir algunas cosas, pero solo así se puede sanar realmente. Saludos y abrazos, Zary.
ResponderEliminarQué bonito Zary. Disfruta también de los momentos actuales y se muy consciente de ellos para recordarlos luego con mucha felicidad. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarHablando con una amiga me decia lo siguiente: Cuando decides o decis algo, que fantasma o "trauma" (por llamarlo de alguna manera) estas tratando de resolver?
ResponderEliminarDejar el año viejo siempre trae nostalgia, como si pasar de año dejara de seguir viviendo las cosas que pasamos.
Es muy bueno "procesar" estas cosas y gracias a la maternidad que nos da tantas oportunidades.
Siempre sale algo bueno de esto.
Besos!!
@Miriam tirado Gracias Miriam!! Yo sé que tu entiendes perfectamente a lo que me refiero. ;)
ResponderEliminar@Bere Es cierto que a veces hace falta hacer consciencia para poder curar las viejas heridas. Un abrazo y un beso también para ti.
ResponderEliminar@Yaneth Si, estoy segura que luego recordaré con mucha alegría todos estos procesos. de hecho, siento que los estoy viviendo con muchísima alegría.
ResponderEliminar@Irene - Una mama feliz Si, ando en pleno proceso!!!! Un abrazo gigante y gracais por leerme y comentarme!!
ResponderEliminarZary, escribir sobre cómo uno se siente ante estos "viejos conocidos" es el primer paso, mucha suerte en la reflexión y búsqueda, pero si me permites un consejo, permítete disfrutar, date una oportunidad para sentir la maravillosa experiencia de compartir las fiestas con todo lo bueno que tienes empezando por esa hermosa y risueña princesa que ilumina tus días. Un beso enorme.
ResponderEliminarMe parece muy bien, que al menos en estas líneas, puedas expresar lo que te oprime el corazón. Pero Zary querida, si no logras encontrar que fue lo que pasó, no te obsesiones con ello, toma sólo los buenos recuerdos y enfócate en crearlos para tu preciosa Sara. El presente es el que estamos construyendo juntas!!!
ResponderEliminarBesos y abrazos con todo cariño!!!
Es bueno darte cuenta de estas cosas.
ResponderEliminarAhora disfruta del momento presente junto a tu hija, tu familia, porque seguro que lo que le transmitas será maravilloso.
Un besazo
Zary, es un post intenso y sincero y eso lo hace aún más hermoso. Gracias por compartir algo tan íntimo y mucha suerte en ese viaje interior que has decidido emprender justo ahora. Un fuerte abrazo para el camino
ResponderEliminarASi me pasa a mi...
ResponderEliminaren estas fechas ando muy sensible, todo me hace llorar, y todo el tiempo estoy muy positiva, alegre...
en estos diias me siento muy muy feliz y tan en paz!!!
Amo Navidad!
Esta hermoso todo lo que escribiste, dice puras cosas bellas de ti zary =)