La brisa sopla, recia, fuerte, y nos acaricia envolviéndonos;
nos abraza, nos da la bienvenida.
Reímos y caminamos de la mano.
Nos creemos gaviotas retando al viento.
Corremos.
Saltamos.
Nos miramos.
Nos sentamos en la orilla en silencio.
La espuma nos moja y nuestra piel se dora.
Escarbamos.
Enterramos las manos y descubrimos la vida, la textura de la vida, los matices de estas diminutas partículas de arena suelta, de piedras preciosas.
Y nos llenamos de energía mientras un caracol nos saluda y los cangrejos salen nerviosos de su guarida.
Y decidimos averiguar por qué las nubes tienen prisa y no se detienen.
Y queremos saber la razón de la sombra que nos persigue inquieta e incansable, sin perdernos de vista.
El sol es nuestro vigía.
Nos cobija.
Y el mundo es aquí y ahora.
No hay mejor momento que ahora.
Porque, aunque el tiempo pasa, nosotros estamos detenidos en el presente, saboreando cada instante, sin pesar en nada más, sin espacio para nada más.
Y el cielo cambia.
La marea viva y sagrada, sube y baja, y nos lleva bailando en su vaivén y nos cura, nos sana el alma.
Nos bendice y ahora nuestra piel sabe a sal.
Nos saboreamos integras, no sé por cuanto tiempo,
y entendemos que a esto sabe nuestra felicidad.
¡que espectacular! ¡que maravilloso! sigue viviendo el presente, que al final, es lo único que tenemos...
ResponderEliminarEl presente es lo único que existe realmente. Que viva el presente!! Gracias mi querida amiga y fiel lectora!!! besos a tus princesas y a tu principe!! Abrazos para ti!!
Eliminar¡Qué líneas más bonitas, cuánta felicidad y plenitud entrañan tus palabras!
ResponderEliminarGracias Silvia!!! Fueron unos días maravilloso, disfrutados segundo a segundo con plenitud!!! Que bien me hace tenerte por aquí leyéndome y comentando este post! besos!!
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